¡Hola! ¿Cómo han estado? (Se oye el silbido del viento). Bueno, ya, háganme creer que se alegran de leerme...
Hoy es mi día del nombre (cofsantocof), así que ando alegre y como ayer terminó la 45 Feria del Libro Aguascalientes, toca describirla. Sí, de eso tratará la entrada, ¿qué creían, que hablaría de la carretera que queda cerca de la oficina (la 45 Sur)? Pues no, lamento desilusionarlos (miradas asesinas a Bell, quien finje demencia).
Primera desviación: el primer día de la Feria, el sábado 21 de septiembre. Saliendo de trabajar, me fui a casa de mi hermana, donde comí. Mi cuñado nos llevó a la Casa de la Cultura, y en esa ocasión solo compré tres ejemplares... de los cuales el más caro fue el único mío: Sandy, de William Joyce (sí, el librito dedicado al Hombre de Arena de los Guardianes de la Infancia). A mi hermana le compré un "tabique" que estaba en oferta (80 pesos mexicanos por un libro de ese grosor créanme, era una ganga); a mi cuñado le compré un ejemplar de su ídolo, Mario Benedetti. Lo memorable de ese día fue que vi Nunca me abandones en la Gandhi y no lo compré por ir a buscarlo a Anagrama, donde tampoco lo tenían y como me dijeron que el martes les llegaban más libros (a Anagrama)... pues ya no regresé por él a Gandhi. Eso y que al salir de la Casa de la Cultura, estaba lloviendo y acabé empapada. Los libros no se mojaron, esos se protegen con la vida (?).
Segunda desviación: el viernes 27 de septiembre. Curiosamente, no estuve en la ciudad casi todo el día, sino haciendo en un inventario en La Chona (Encarnación de Díaz, Jalisco). Llegando de allá, fue que pasé, queriendo ahora sí apoderarme de Nunca me abandones, pero Anagrama no lo trajo y en Gandhi ya no lo tenían (Bell lloriquea en un rincón). Ese día solo compré un libro: Delirium, de Lauren Oliver, una de las tantas, tantas recomendaciones de Nea que desde cuándo quería en español, y por fin llegó (baila la conga).
Tercera desviación: el sábado 28 de septiembre. Salgo los sábados del trabajo a las 2 PM (en teoría, ha habido sábados que me entretengo más tiempo) y decidí dar otra vuelta, por si acaso hubiera alguna sorpresa, y eso que ya había quedado de ir el domingo con Rubí (ya saben, mi mejor amiga de la preparatoria que en Twitter no dejo de apodar "A"). Pues nada, vi lo mismo de siempre (maldiciendo a Anagrama otra vez, y a Gandhi, y a Grupo Planeta porque no llevó las secuelas de Hermosas Criaturas ni Battle Royale en español), pero en uno de los locales (precisamente donde mi hermana consiguió el "tabique" barato) vi un par de libros de Stephen King que no conocía, cada uno relacionado con una estación del año: en uno de los libros venía Primavera / Verano y en otro, Otoño / Invierno. Así que se fueron a casa conmigo.
Cuarta desviación: el domingo 29 de septiembre. Verán, tengo el acuerdo con Rubí de vernos el último sábado o el último domingo de cada mes, y en septiembre tocó el domingo. Íbamos a ir a cazar libros y luego a ver Ciudad de Hueso, pero ya la quitaron de cartelera acá (Bell rueda los ojos), así que nos quedamos con las ganas. A ella le vendí mis tres ejemplares repetidos de Jane Austen en pasta dura: Emma, Orgullo y Prejuicio y Sentido y Sensibilidad; eso me recuerda que en Gandhi compré una película titulada en español Conociendo a Jane Austen, aunque quería también una donde actúa Audrey Tatou (la misma que interpreta a Amélie Poulain) haciendo de Coco Chanel, pero ¡oh, sorpresa! (Nótese el sarcasmo), ya no la hallé. Uno de los puestos era una tienda de libros electrónicos y regalaba separadores y cupones para un libro gratis (Bell leyó los títulos y son puros clásicos, a ver cuál se descarga), se ve interesante. Después, por fin decidí comprar un clásico: Los papeles póstumos del Club Pickwick, de Charles Dickens (que el hombre escribiera cosas medio trágicas como Almacén de Antigüedades no quiere decir que no sea genial). Ese libro nunca lo veo, ¡y mi ejemplar trae ilustraciones de aquellos ayeres! Es genial... Aunque no tanto como Algarabía, porque a sus dependientes les pregunté por su Diccionario de Citas y no tenían idea de qué les hablaba. Tuve que ir a comprármelo a Sanborns (qué gran sacrificio...) junto con Los Borodin V (que tampoco vio Bell en la Feria). Lo bueno de ir a Sanborns es que me regalaron un reloj (bien infantil, con conejitos blancos, pero era ese o uno con payasos... Mejor los conejos).
Quinta desviación: el lunes 30 de septiembre, último día de la Feria. Salgo de trabajar a las 6 PM (de nuevo, aclaro que esa es la teoría. He llegado a abandonar la oficina pasadas de las 9 PM, es una pesadilla), y estaba bastante cansada, así que me fugué pronto y pasé. Mi hermano quería que le consiguiera una colección del Marqués de Sade (aunque antes de ir de intercambio a Argentina, por su cumpleaños, le regalé tres de esos libros) y un libro de Jaime Sabines, y ahí voy. Entre eso y una muñeca de cartón armable de Mafalda (esa para mi madre), me quedé sin efectivo, y quería hacer mi última compra de la Feria en el puesto de Alfaguara, pero como no aceptaban tarjetas... (Bell rueda los ojos). Lo chistoso fue llegar allí cuando estaban guardando casi todo, y quería restregarles en la cara a los de Algarabía lo del Diccionario de Citas, pero el ejemplar lo dejé en casa (Bell vuelve a rodar los ojos).
En fin, esa fue mi experiencia de este año con la Feria de mi ciudad. Un poco simplona, si les soy sincera, espero que el año entrante desquite más. Por lo pronto, a ver si este mes pido vacaciones como el año pasado (y ojalá pueda viajar, pero si no, seguiré las lecciones de manejo). Pero eso es otro cuento.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
Primera desviación: el primer día de la Feria, el sábado 21 de septiembre. Saliendo de trabajar, me fui a casa de mi hermana, donde comí. Mi cuñado nos llevó a la Casa de la Cultura, y en esa ocasión solo compré tres ejemplares... de los cuales el más caro fue el único mío: Sandy, de William Joyce (sí, el librito dedicado al Hombre de Arena de los Guardianes de la Infancia). A mi hermana le compré un "tabique" que estaba en oferta (80 pesos mexicanos por un libro de ese grosor créanme, era una ganga); a mi cuñado le compré un ejemplar de su ídolo, Mario Benedetti. Lo memorable de ese día fue que vi Nunca me abandones en la Gandhi y no lo compré por ir a buscarlo a Anagrama, donde tampoco lo tenían y como me dijeron que el martes les llegaban más libros (a Anagrama)... pues ya no regresé por él a Gandhi. Eso y que al salir de la Casa de la Cultura, estaba lloviendo y acabé empapada. Los libros no se mojaron, esos se protegen con la vida (?).
Segunda desviación: el viernes 27 de septiembre. Curiosamente, no estuve en la ciudad casi todo el día, sino haciendo en un inventario en La Chona (Encarnación de Díaz, Jalisco). Llegando de allá, fue que pasé, queriendo ahora sí apoderarme de Nunca me abandones, pero Anagrama no lo trajo y en Gandhi ya no lo tenían (Bell lloriquea en un rincón). Ese día solo compré un libro: Delirium, de Lauren Oliver, una de las tantas, tantas recomendaciones de Nea que desde cuándo quería en español, y por fin llegó (baila la conga).
Tercera desviación: el sábado 28 de septiembre. Salgo los sábados del trabajo a las 2 PM (en teoría, ha habido sábados que me entretengo más tiempo) y decidí dar otra vuelta, por si acaso hubiera alguna sorpresa, y eso que ya había quedado de ir el domingo con Rubí (ya saben, mi mejor amiga de la preparatoria que en Twitter no dejo de apodar "A"). Pues nada, vi lo mismo de siempre (maldiciendo a Anagrama otra vez, y a Gandhi, y a Grupo Planeta porque no llevó las secuelas de Hermosas Criaturas ni Battle Royale en español), pero en uno de los locales (precisamente donde mi hermana consiguió el "tabique" barato) vi un par de libros de Stephen King que no conocía, cada uno relacionado con una estación del año: en uno de los libros venía Primavera / Verano y en otro, Otoño / Invierno. Así que se fueron a casa conmigo.
Cuarta desviación: el domingo 29 de septiembre. Verán, tengo el acuerdo con Rubí de vernos el último sábado o el último domingo de cada mes, y en septiembre tocó el domingo. Íbamos a ir a cazar libros y luego a ver Ciudad de Hueso, pero ya la quitaron de cartelera acá (Bell rueda los ojos), así que nos quedamos con las ganas. A ella le vendí mis tres ejemplares repetidos de Jane Austen en pasta dura: Emma, Orgullo y Prejuicio y Sentido y Sensibilidad; eso me recuerda que en Gandhi compré una película titulada en español Conociendo a Jane Austen, aunque quería también una donde actúa Audrey Tatou (la misma que interpreta a Amélie Poulain) haciendo de Coco Chanel, pero ¡oh, sorpresa! (Nótese el sarcasmo), ya no la hallé. Uno de los puestos era una tienda de libros electrónicos y regalaba separadores y cupones para un libro gratis (Bell leyó los títulos y son puros clásicos, a ver cuál se descarga), se ve interesante. Después, por fin decidí comprar un clásico: Los papeles póstumos del Club Pickwick, de Charles Dickens (que el hombre escribiera cosas medio trágicas como Almacén de Antigüedades no quiere decir que no sea genial). Ese libro nunca lo veo, ¡y mi ejemplar trae ilustraciones de aquellos ayeres! Es genial... Aunque no tanto como Algarabía, porque a sus dependientes les pregunté por su Diccionario de Citas y no tenían idea de qué les hablaba. Tuve que ir a comprármelo a Sanborns (qué gran sacrificio...) junto con Los Borodin V (que tampoco vio Bell en la Feria). Lo bueno de ir a Sanborns es que me regalaron un reloj (bien infantil, con conejitos blancos, pero era ese o uno con payasos... Mejor los conejos).
Quinta desviación: el lunes 30 de septiembre, último día de la Feria. Salgo de trabajar a las 6 PM (de nuevo, aclaro que esa es la teoría. He llegado a abandonar la oficina pasadas de las 9 PM, es una pesadilla), y estaba bastante cansada, así que me fugué pronto y pasé. Mi hermano quería que le consiguiera una colección del Marqués de Sade (aunque antes de ir de intercambio a Argentina, por su cumpleaños, le regalé tres de esos libros) y un libro de Jaime Sabines, y ahí voy. Entre eso y una muñeca de cartón armable de Mafalda (esa para mi madre), me quedé sin efectivo, y quería hacer mi última compra de la Feria en el puesto de Alfaguara, pero como no aceptaban tarjetas... (Bell rueda los ojos). Lo chistoso fue llegar allí cuando estaban guardando casi todo, y quería restregarles en la cara a los de Algarabía lo del Diccionario de Citas, pero el ejemplar lo dejé en casa (Bell vuelve a rodar los ojos).
En fin, esa fue mi experiencia de este año con la Feria de mi ciudad. Un poco simplona, si les soy sincera, espero que el año entrante desquite más. Por lo pronto, a ver si este mes pido vacaciones como el año pasado (y ojalá pueda viajar, pero si no, seguiré las lecciones de manejo). Pero eso es otro cuento.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
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