~En la entrada anterior…~
A May se
le ocurrió la genial idea (nótese el sarcasmo) de subir los impuestos en Agua
Imaginaria sin previo aviso, por lo que varios que ya habían pagado se hallaron
con que debían dinero. Dann quiere hacérselo pagar, pero al final Bell recurre
a Tanit para demandar a la alcaldía en masa. Así las cosas, la Encargada de los
Chocos celebra su cumpleaños pensando en qué hacer para que no la linche casi
todo el pueblo, aunque luego le pasa algo por comer cierta fresa que el dueño
del Palacio rellenó con algo que
nadie quiere saber, alegando que se desquitó de la subida de impuestos y del
año anterior, porque por culpa suya (indirectamente, claro), terminó borracho y
berreando canciones.
¿May
sabrá quién es el culpable de la fresa alcoholizada? ¿Hará algo al respecto?
Vamos a
averiguarlo.
~Junio, en las calles de Agua Imaginaria…~
—Este año
nada puede salir mal.
Fic, el
novio de Bell, deambulaba por doquier con un sujetapapeles en las manos, dando
instrucciones y ayudando en lo que pudiera, para que todo quedara bien. Al
menos todos (o casi todos) los que quedaban en el pueblo estaban de acuerdo en
eso, en que ese año debía ser un cumpleaños memorable para su chica.
Solo
esperaba que la misma Bell no se echara encima a ningún amigo, o a alguna de
sus chicas, porque en caso contrario, habría alguna especie de batalla campal
como la que se terminó desencadenando en el cumpleaños de Dann, a los dos días
de celebrar a May…
~Poco más de un mes atrás, en el salón de baile de la
residencia de la OSECI…~
Ese día,
parecía otro sitio el enorme salón donde el pasado mes de diciembre se realizó
la subasta benéfica de la Orden de Sacerdotisas Enloquecedoras y Cazadoras de
Incautos.
Las
cortinas estaban abiertas de par en par, había unas mesas redondas esparcidas
aquí y allá, un escenario pequeño en un extremo y una barra de comida en la
pared opuesta a las ventanas. Del techo colgaban globos atados unos con otros
como curiosos ramilletes, y caían serpentinas de vez en cuando, como cuando
alguien pasaba por el centro de la estancia.
—¿A qué
hora se supone que llega Dann? Vamos retrasados —avisó Writer, consultando la
agenda de la OSECI mientras deambulaba por el salón.
—Lo iban
a traer Sole y Peti, a saber si se entretuvieron por el camino —Mery se encogió
de hombros mientras revisaba una caja llena de discos compactos.
—Con que
no haya querido escaparse… —Luna, junto al escenario, revisaba con rapidez las
conexiones de un mini–amplificador, un micrófono, una consola de mezclas y
demás aparatos usuales en una presentación musical —Vaya tío, a veces me toca
las…
—¡Luna,
cálmate, mujer! —pidió Carmen apresuradamente, que junto con varios de sus
amigos guapos, estaban colocando manteles, vajilla y cubiertos en las mesitas.
—Lo
siento, pero a veces ese Doño me pone de nervios…
—Etto…
Pero Dann–kun no es malo, ¿verdad? —inquirió Joke en ese momento, entrando a la
habitación para poner un platón con tentempiés en la barra de comida.
—¡Pregúntale
a tu gemela! —indicó Veerie entre risas, probando una guitarra eléctrica que
Luna previamente conectó a los aparatos que había revisado.
Ninguno
de los presentes pudo evitar reír, recordando la fiesta de May, unos días
atrás.
—Por
cierto, ¿dónde está tu queridísima hermana? —quiso saber Carmen.
A la vez,
todas las SECI’s presentes dejaron escapar un suspiro.
—En la
biblioteca —sorprendentemente, fue Pad quien contestó, recién llegada al salón
cargando con una charola llena de panecillos de mantequilla —Con Bell —añadió,
temerosa.
Nadie
agregó nada. Si la Líder hablaba con una de sus chicas en la biblioteca, era
importante y cualquiera que interrumpiera (a excepción de Fic) la pasaría mal.
—A
propósito, ¿quién va a usar el escenario? —preguntó ahora la Sublíder Hippie.
—¿Cómo
puedes ser la segunda al mando si nunca te enteras de nada? —soltó Luna.
Veerie se
encogió un poco, roja de vergüenza.
—Bell
invitó a una amiga de Nea —indicó Writer, cambiando de páginas en la agenda que
cargaba a toda velocidad —Y también conoce a Tanit… Esperen, por aquí debe
andar el nombre…
—Entonces
quizá esto sea un desastre —apuntó Mery, agitando la cabeza.
No podían
estar más de acuerdo con ella.
~En la biblioteca…~
Bell,
arrellanada en la silla giratoria detrás de su escritorio, veía cómo la
Encargada de los Chocos procesaba la conversación que acababan de tener, para
acto seguido hacer una mueca de verdadero disgusto.
—No lo
entiendes, de verdad voy a emplear ese dinero en el pueblo —soltó May de forma
lastimera, porque no podía confesar sus planes aún —Anda, espera al mes que
viene y lo verás…
—Lo
siento, pero no. El mes que viene casi ni estaré aquí, mi querida e irritante
madre insiste en que vaya de visita una larga temporada a mi ciudad, e incluso
ya me consiguió qué hacer —la Fundadora se encogió de hombros y sonrió un poco
—¡Me pagó lecciones de conducir! —confesó, sonriendo todavía más.
May
arqueó las cejas solo por un instante, de manera incrédula. ¿Quién en su sano
juicio querría darle a Bell el control de un auto? No lograba imaginarse tal
escena.
—Así que
tú decides, May: publicas cómo determinaste que tenías que subir los impuestos
o le aviso a Tanit que siga con las demandas.
La
Alcaldesa contuvo a duras penas un gemido de disgusto.
—Ya, tú
ganas, publicaré esa cosa en el transcurso de la semana. Cambiando de tema, ¿a
qué hora llega Dann?
—No debe
tardar —Bell consultó su reloj —Me avisó Sole que ella y Peti se encargarían de
traerlo, pero no se me ocurrió preguntarle cómo.
—¿Perdón?
—May, definitivamente, no comprendió lo último.
—Lo que
oíste. Por lo visto, el Doño es reacio a que se haga alboroto por su
cumpleaños. Le recuerdan lo viejo que se está volviendo.
—Vamos,
¡pero si él y yo tenemos la misma edad!
—Lo sé.
La que debería quejarse soy yo, ¡el mes que viene les llevaré a ustedes dos un
montón de años!
May dejó
escapar una risita nerviosa.
—No es
que importe, la verdad —siguió parloteando Bell, esta vez con una mueca en la
cara —Aunque este año mi madre quiere que esté en Aguascalientes para el
veintiséis…
Por andar
pensando en lo suyo, la de anteojos no se fijó en la fugaz mueca de pánico que
puso May, sino que suspiró y paseó los ojos por la biblioteca.
—En fin,
basta de dramas —soltó de pronto la Líder, sonriendo —Fic fue a Enero 11 por nuestra artista, mientras,
procura que tu gemela no se coma el pastel de Dann, ¿quieres?
—¿Por qué
haces pastel de chocolate si sabes que Joke se pone loca con él?
—Es mi
favorito. Y a todo el mundo le gusta el chocolate, ¿no?
May estuvo
a punto de rodar los ojos cuando se dio cuenta que ese gesto era más propio de
Bell que de ella misma, así que mejor dijo que sí con la cabeza y se marchó.
~En las calles de Agua Imaginaria…~
—Eh, tú,
¿quién te enseñó a conducir?
Una chica
de cabello oscuro miró al joven conductor de aquel vehículo con una mirada
asesina. Cruzada de brazos, se frotó uno de los brazos, enfundado en la manga
de una curiosa chaqueta de cuero con capucha, para luego suspirar.
—¿Por qué
me dejé convencer de presentarme aquí? —pensó en voz alta.
—Ah… Creo
que Bell te lo pidió como por cuatro días seguidos, ¿no? A todas horas.
La chica,
parpadeando con aire confundido, volvió a hacer gestos de molestia.
—Y si
sabes eso, ¿por qué conduces como desquiciado? —quiso saber.
—Lo
siento, trato de ir con cuidado, pero algunas de estas calles son un desastre.
La
pasajera se asomó un poco por la ventanilla y reconoció que era cierto. Entre
más se alejaban de aquella placita tan bonita en el centro, más agrietadas y
agujeradas se veían las vías. Frustrada, apretó más el cruce de sus brazos y
meneó la cabeza.
—Por el
emblema de Matt, Bell me deberá una grande —masculló.
~Una hora después, en el salón de baile de la
residencia…~
Prácticamente
todo el pueblo estaba allí, e incluso se distinguían visitantes asiduos, como
Makoto Black, Sucy Weasley y una chica que las acompañaba casi siempre con algo
de Hello Kitty como adorno. También andaba por allí la que había hecho la
presentación de la subasta de Dann en diciembre, Tanit, bien tomada del brazo
de Nea Poulain, ambas cuchicheando sin parar sobre…
—¿Quién
dicen que viene a cantar? —inquirió Veerie.
Nea y
Tanit acababan de decirle a la Sublíder Hippie un nombre que ésta no reconoció.
De inmediato, las otras dos la fulminaron con la mirada.
—¿Cómo es
que no conoces a Charlie? —quiso saber Tanit, con diferencia la más calmada.
—No sé, a
veces me desconecto de las noticias de música y las redes sociales, ya saben…
Nea
suspiró con hartazgo.
—Sí,
bueno…Debería sonarte. Charlie es el ídolo de Bell, por allí debe tener alguna
canción suya, ¿en serio no la has oído nunca?
—Bell
rara vez pone su música a todo volumen —Veerie se encogió de hombros.
Nea le
dirigió una mirada a Tanit que significaba “esta chica es más despistada que
Bell y eso ya es mucho decir”.
—¡Abran
paso al del cumpleaños! —anunció de pronto Sole.
Tras
ella, Peti venía arrastrando de un brazo a su marido, quien no se veía
precisamente contento, aunque nadie sabía la razón exacta.
—¡Damas y
caballeros, su atención, por favor!
En el
escenario, usando el único micrófono, se hallaba Bell, que ese día no usaba una
de las túnicas moradas (sexies) de la OSECI, sino una de un tono rosa oscuro,
casi color vino, que cubría parcialmente una blusa negra y una falda de
mezclilla con aplicaciones de encaje negro y pedrería. De calzado llevaba unos
zapatos negros bajos.
—Les
agradecemos mucho que decidieran venir a celebrar con nosotros el cumpleaños de
Dann —en ese momento, un reflector colocado en el centro del techo se movió,
dirigido por Luna, hacia donde se había sentado el dueño del Palacio —Pueden servirse lo que gusten
—la luz ahora señaló la barra de comida, moviéndose juguetonamente —Y después,
un pequeño espectáculo, ¡no se lo pierdan!
La gente
aplaudió mientras Bell hacía una reverencia y se iba del escenario, cosa que
desvió la atención de ella y la centró en la comida.
Pronto,
las mesas estaban llenas de platos con comida, y es que la OSECI se había
lucido, preparando platillos que muchos encontraban sabrosos. Iban por la mitad
de la comida cuando los acordes de una canción bastante conocida y el primero
en alzar la cabeza (ignorando el suculento filete que su ‘posa le sirvió) fue
Dann.
Aquí ya hemos terminado, amigo
mío, se acabó
Acércate y dame un abrazo, este
infierno remitió
Esperadme aquí un momento, cuidad
de esta posición
Comprobaré que terminamos la
misión.
El
reflector paseó por el escenario, viendo que ahora lo ocupaba una chica de
largo cabello oscuro, con una chaqueta de cuero, que tocaba una guitarra y se
emocionaba al interpretar el la conocida letra de cierto grupo español.
—¡Denle
un aplauso a la invitada de esta noche, Charlie Black Vintage! —anunció Bell en
una pausa de la canción, arrancando aplausos de la gente.
Fue acabar éstas palabras y nadie
le volvió a ver.
Después de aquella victoria, sólo
un loco coronel
Renunciaría a una gloria que él
jamás logro entender.
Eligió cargar su arma con un
clavel.
La gente
se dividía entre escuchar atentamente la bonita melodía (como Mery y Writer) y
aplaudir a rabiar mientras gritaba toda clase de porras (como Nea y Tanit).
Cuando los demás dormían se
escapaba a la cantina,
Y llorando le contaba una mujer
Que si el honor y la victoria
vale más que las personas,
Es que no hemos aprendido nada.
Entre
tanto alboroto, May vio la oportunidad que estuvo esperando todo el día. No
había podido ejecutar su idea antes, ya que a la cocina no la dejaron entrar
mientras se preparaba el banquete (Pad fue amenazada por Bell para ello), pero
ahora…
De las lágrimas que visten tu
cara,
de la tristeza que esconden tus
miradas,
de la vergüenza que siente mi
alma.
Cuando nadie canta ésta canción
Algunos,
mientras disfrutaban de la interpretación de Charlie (¿sería pariente de Nea?
Con esos apellidos, era probable), se fijaron en que tras ella, quienes tocaban
el resto de los instrumentos eran Fic y aquel chico que hacía un par de días
ayudó a controlar a una intoxicada May. ¿Cómo era que se llamaba? La Alcaldesa
seguro no se acordaría, con esa fresa inyectada de quién sabe qué bebida… Dann
a veces se pasaba.
En la que digo que no me da la
gana,
De hace como que no sé nada
De cada vida que se marcha sin
decir adiós.
May
maldijo por lo bajo. Ya estaba a unos pasos de la mesa de Dann, pero Peti
revoloteaba a su alrededor, entusiasmada, mientras que Sole intentaba hacer
reaccionar a su seudo–hijo, que se había quedado paralizado de asombro.
Después de cada batalla, se
encogía su corazón.
Él debía mostrar orgullo cuando
sólo sentía horror.
Preguntaba siempre al cielo qué
no había ganado qué,
pero nunca nadie supo responder.
Algunos
movimientos de Charlie se volvieron más alocados, pero la calidad de la voz
permaneció. Los presentes comenzaron a emocionarse más.
Cuando los demás dormían se
escapaba la cantina,
y llorando le contaba una mujer
que si el honor y la victoria
vale más que las personas,
es que no hemos aprendido nada.
Ahora,
era la oportunidad de la Alcaldesa, finalmente Peti se había retirado un poco
para conversar animadamente con Joke y Veerie, mientras que Sole por fin
lograba una reacción de Dann (le tuvo que dar un zape que casi lo estrelló
contra su plato) antes de ir a la barra de comida por otra ración de espagueti.
De las lágrimas que visten tu
cara,
De la tristeza que esconden tus
miradas,
De la verguenza que siente mi
alma.
Cuando nadie canta ésta canción
Cuidándose
de que nadie la viera, May roció el filete de Dann a medio comer con un líquido
espeso que a simple vista, parecía una salsa idéntica a la que Peti ya le había
puesto. Con la misión cumplida, la Alcaldesa se apresuró a volver a su propia
mesa.
En la que digo que no me da la
gana,
De hace como que no sé nada
De cada vida que se marcha sin
decir adiós.
Charlie
le ponía más ganas a sus acordes, así como Fic y el otro chico le seguían el
ritmo. La canción animaba a la reflexión, cierto, pero por lo visto muchos
simplemente se estaban divirtiendo con solo escucharla.
De las lágrimas que visten tu
cara,
De la tristeza que esconden tus
miradas,
De la vergüenza que siente mi alma.
Cuando nadie canta ésta canción
Dann,
tras dar unos cuantos aplausos y gritos de ánimo a la cantante, cortó
distraídamente un trozo de filete y se lo llevó a la boca, saboreando con
deleite la salsa que lo acompañaba.
En la que digo que no me da la
gana,
De hace como que no sé nada
De cada vida que se marcha sin
decir adiós,
Sin decir adiós.
Las
últimas notas se alzaron en el aire y se produjo una ovación a todo volumen.
Orgullosa, Charlie sonrió con ganas e hizo unas cuantas reverencias, saludando
después con una mano en alto. La vieron girar hacia los que la acompañaban y
luego, acercándose al micrófono, empezó a anunciar que cantaría algo del Rey
del Pop, pero en ese momento…
—¡Charlie,
te quiero! ¡Déjame cantar contigo! ¡Estoy realmente inspirado! ¡Es el mejor
regalo de cumpleaños que pudiste hacerme! Anda, dame un micrófono…
—¡No otra
vez! —se lamentó Bell a voz en cuello, corriendo desde quién sabe dónde para
intentar detener a Dann, que ya iba al escenario —¿Quién demonios le dio
alcohol a este chico?
Pero el
intento de la Líder y de las Diosas Menores (que andaban por allí cerca) fue en
vano. Dann se colocó a un lado de Charlie, agarró el micrófono y comenzó a
entonar Thriller (o mejor dicho, a
berrear el famoso éxito de Michael Jackson) y Charlie, para salvar la
situación, les pidió a Fic y al otro muchacho que comenzaran a tocar para
acompañar al del cumpleaños.
—Como me
entere de quién causó todo esto, la mato —masculló Bell el resto de la velada,
lamentando que el Doño, de nuevo, apenas se acordaría de lo que pasó en su
propia fiesta.
Aunque
era curioso que la Fundadora asegurara que era una chica la culpable.
~El presente, en la plaza principal de Agua Imaginaria…~
Tan solo
de acordarse de lo que costó calmar a Dann, Fic se puso a temblar. Y ni hablar
de Bell, que anduvo averiguando como pudo quién se atrevió a embriagar al Doño
en su cumpleaños cuando ella misma puso especial cuidado para que no se
repitiera la experiencia. Había que ver lo sobreprotectora que se podía poner
con el Doño, lo trataba como a un hermano pequeño.
No sabía
por qué, pero tenía la vaga sensación de que todo aquello era una especie de
juego en el cual si alguien de ese pueblo era víctima de una broma, la
regresaba con creces. Solo porque quería mucho a su novia seguía allí, en ese
lugar que parecía un manicomio a gran escala, aunque debía reconocer que la
gente era muy agradable…la mayoría del tiempo.
—Hay que
admitir que May cumplió con su palabra —comentó de pronto Tanit.
Fic
estaba recorriendo la plaza, donde ese año habían organizado la comida de
cumpleaños de Bell, y la futura abogada con el cabello ya no tan multicolor
veía con detenimiento las calles que salían de aquel punto, cuyo asfalto estaba
tan liso como si fueran nuevas.
—¿Tanto
le costaba decir a May, desde un principio, que aumentaba los impuestos para
arreglar las calles? —soltó Tanit con fastidio, antes de acudir al llamado que
le hacían Nea y Cam desde el quiosco, donde estaban acomodando varios aparatos.
Fic
sonrió un poco sin que nadie lo viera. La Alcaldesa aún no usaba todos esos
fondos extras que pidió, pero él no era el indicado para revelarlo.
Miró el
reloj de nuevo y corrió a arreglar lo que faltaba. Bell no tardaría en regresar
de su ciudad y quería recibirla en la estación.
~Continuará…~
Bueno,
aquí lo tienen, ¡feliz cumpleaños, Doño! (Bell lanza serpentinas y confeti por
doquier). Parece que este año es la historia de mi vida sacar las fiestas
tarde, ¡y eso que hoy es domingo! Definitivamente, el 2013 no me quiere (Bell
rueda los ojos). Si a eso le agregamos que me enteré tarde que ayer era
cumpleaños de la invitada especial de hoy, (¡Charlie, la presidenta de tu club
de fans te saluda!), ya se imaginarán cómo ando en realidad.
Así pues,
emborraché al pobre Dann de nuevo, pero esta vez ni se enteró cómo, aunque no
garantizo que sepa todo el mundo que la culpable fue May, porque… ¿Qué le
pasaría a la Alcaldesa en ese caso? Hagan sus apuestas, que lo recaudado se
usará para embellecer las calles de Agua Imaginaria (?).
Cuídense
mucho y nos leemos a la próxima.
P.D. La
canción que aparece en esta OSECIaventura es de La Oreja de Van Gogh, titulada Coronel,
la cual es una de las favoritas de Dann. Si hubiera algún error o dedazo en la letra, díganme (con las prisas, a Bell se le van esos detalles a veces).
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