jueves, 16 de mayo de 2013

La OSECI presenta... Me la haces, me la pagas (I)

Las nubes, grises y de aspecto rechoncho, cubrían el cielo de Agua Imaginaria, antes tan azul y brillante. Muchos habían salido del pueblo, no tanto porque fuera junio… o quizá sí, viendo la parafernalia que adornaba de nuevo las calles.

A todo esto, ¿por qué la Alcaldesa permitía que se celebrara el cumpleaños de la Líder de esa banda de locas? ¿Nada más porque ella misma era una de esas locas?

Pues no precisamente, al menos este año. ¿Quieren averiguar por qué?

~Poco más de un mes atrás, en la sala principal de la residencia…~

—¿Dónde está esa loca?

A la vez, las chicas presentes miraron la entrada de la sala principal, queriendo saber quién había dicho eso.

Tomando en cuenta con quienes hablaba, resultaba una pregunta estúpida, ¿no?

—Hijo, por favor, respira profundo y dinos qué pasa.

Sole, que técnicamente no era una SECI oficial (más que nada por la pereza de no asignarle un puesto), fue la que se recuperó primero de la impresión de ver a Dann con el ceño fruncido y claras intenciones de hacer sufrir a alguien.

—Impuestos, eso pasa —espetó el Doño de mala gana —May quiere cobrarme más porque siga operando el Palacio, ¡como si no pagara suficiente! ¡Y ni siquiera quiere decirme para qué!

—Etto… ¿Tiene qué decirte en qué se gasta el dinero? —preguntó Joke, inocente.

—¡Pues claro! Es una solicitud de información legítima, la Ley de Transparencia (1) dice…

—¡Nos importa un cuerno la ley! —interrumpió Luna, algo frustrada de que no la dejaran oír lo que miraba en televisión… que por una vez, no era un partido de su amado Barça, sino una repetición de Titanic.

—Ah, ¿es que acaso a ustedes no les subió los impuestos?

La pregunta hizo que todas las chicas intercambiaran miradas, aunque no tardaron en encogerse de hombros. Fue Veerie quien explicó tal reacción.

—Nosotras no llevamos las cuentas. Eso es cosa de Bell.

Como si la hubieran invocado, la Fundadora entró a la habitación por la puerta lateral que llevaba al comedor, con la vista fija en una hoja de papel.

—A ver, ¿alguien quiere decirme por qué llegó este requerimiento? —soltó Bell, mostrando lo que parecía un documento oficial de la alcaldía de Agua Imaginaria —Se pagó todo lo que se debía, yo misma hice los cheques para que los depositaran, ¿verdad? —miró a la Sacerdotisa Escribana, quien asintió repetidamente con la cabeza.

—Si no sabes tú… —Carmen se encogió de hombros y se acomodó en la cabeza…

—¿Otra vez cortaste las rosas del jardín? —regañó Bell a la Diosa Menor de Marzo, quien se encogió en su sitio —Da igual… —la joven mujer de anteojos meneó la cabeza, volviendo a revisar el famoso requerimiento —Aquí dice algo de “pago insuficiente”, pero no entiendo qué…

—¿No dirá “pago insuficiente debido a ajustes en las finanzas públicas”? —preguntó Dann con ironía y una sonrisa un tanto malvada.

—Sí, justo eso, ¿por qué?

—May subió los impuestos y eso decía mi requerimiento.

Bell enseguida se quedó como si acabaran de decirle que debía renunciar a todos sus libros.

—¿Y por qué demonios no nos avisó? —soltó ella cuando por fin pudo hablar.

—Eso no lo sé. La ando buscando para preguntarle.

—Déjalo.

Todos miraron a Bell como si hubiera enloquecido. La encontraron releyendo el documento de la alcaldía, frunciendo el ceño en claro signo de concentración, para finalmente esbozar una sonrisa pequeña y pícara que a los demás les puso la carne de gallina.

—La tengo —musitó la Líder, claramente refiriéndose a May —Dann, tráeme tus papeles. Ya sé cómo librarnos de esto. Y mientras… Chicas, pongan la mesa, Catt nos traerá pastel.

La gente alrededor comenzó a obedecer, saboreando de antemano el pastel de cumpleaños de Catta y queriendo saber si la fiesta en honor a la Alcaldesa, que sería en dos días, no peligraba.

Eso solo Bell lo podía contestar. Y nadie quería arriesgar el pellejo preguntándole.

~Dos días después, en el comedor de la residencia…~

May llegó exhausta a la residencia de la OSECI, casi de entrada por salida, ya que estaba bastante ocupada y necesitaba regresar a trabajar enseguida.

Había subido los impuestos a principios del mes pasado, creyendo que la gente se limitaría a pagarlos y quejarse un poco, sin llegar a más.

Pero no. Jamás esperó que le empezaran a llover demandas para que se declarara ilegal el aumento y pidiendo el reembolso de lo que la gente llamaba “excedente tributario”. De no saber que Bell era contadora, juraría que toda aquella palabrería sobre leyes era cosa suya.

—¡Sorpresa!

La Alcaldesa parpadeó, genuinamente confundida, cuando entró al comedor y lo halló decorado con serpentinas y globos, al mismo tiempo que en la mesa había varios platillos y un suculento pastel de…

—¡Joke, espera un poco más o no te daremos ni una rebanada!

La advertencia de la Aprendiz, hecha con nerviosismo, confirmó que el postre era de chocolate. May negó con la cabeza, sonriendo un poco, antes de sentarse donde Bell le indicaba.

—Ahora pide un deseo —canturreó la Líder con cierto tonillo sarcástico que le dio mala espina a la Alcaldesa —Como que no te demanden más…

—¿Tú qué sabes de eso? —quiso saber May.

—Oh, bueno, hiciste el favor de subir los impuestos de todo el mundo sin avisar, incluidas nosotras, ¿cómo no me iba a enterar? Suerte que Nea me recordó que Tanit es abogada…

May tragó saliva.

—… Y nos pusimos a demandar a la alcaldía —concluyó Bell, sonriendo ampliamente —Querida, hacerle eso al pueblo está mal. Sobre todo a los que ya habíamos pagado.

—¿Cómo terminó eso así? —susurró May, hundiéndose en su silla.

—Anda, apaga las velas, que si prometes invertir ese excedente de impuestos en algo bueno, podría convencer a unos cuantos de retirar sus demandas.

La festejada asintió de mala gana y sopló las diminutas llamas del número que decoraba su pastel, el cual anunciaba la edad que había cumplido. Acto seguido, se pusieron a comer, llevándose el pastel, momentáneamente, lejos de la mesa y de una golosa Joke.

—Siempre me lo he preguntado —comentó Pad en plena comida —Si May y Joke son gemelas, ¿por qué no cumplen años el mismo día?

—No quieres saber —indicó Mery, meneando la cabeza.

La comida se desarrolló con normalidad, o al menos con toda la normalidad de la que eran capaces las chicas de la OSECI y sus invitados. Al anunciarse que iba a comerse el pastel, Dann debió llevarlo a la mesa por mandato de Bell, y al intentar negarse…

—Doño, no me provoques, que todavía me debes días.

Debido a la subasta de Navidad, las cinco que habían comprado un mes de servicios del dueño del Palacio se turnaron para “emplear” al susodicho. Lo mejor (para Dann, claro) habría sido servir a todas ellas de corrido, pero no: tomaron el mes como de treinta días, se repartieron dichos días y lo mandaban llamar cuando se les daba la gana. Ese día en concreto lo solicitó Bell para que decorara el comedor, envolviera regalos, limpiara la cocina después que Pad terminara de preparar el banquete y… Bueno, la idea se entiende.

—¡Aquí lo tienen! —anunció Dann, inesperadamente contento.

Evidentemente, nadie quiso saber el por qué.

—¡Se ve estupendo! —May casi babeaba, literalmente, al ver el postre, que además olía delicioso —Vamos, yo lo sirvo, préstenme el cuchillo, los platos…

No tardaron ni diez minutos en servirles a todos su respectiva rebanada, quedándose May con una sobre la cual estaba la única fresa del decorado.

—¡Provecho! —dijeron todos a la vez.

Comprobaron que algo era fuera de lo normal cuando May se comió su fresa en tres mordiscos, saboreándola con expresión soñadora, antes de animarse más de la cuenta y treparse a la mesa, saltando sin parar y robándole el látigo a Nea, agitándolo sin ton ni son.

Olvidamos decir que el citado látigo era el que impedía que Joke atacara el pastel de los demás, ¿verdad?

—¡May, qué haces! —se escandalizó la Diosa Menor de las Artes Escénicas.

—¡Juro que esta vez no le compartí de mi vodka! —gritó Tato enseguida.

—¡Eh, chicos, alguno bájela de allí! —pidió Carmen desesperadamente, al tiempo que ayudaba a Luna y a Writer a contener a Joke.

Uno de los amigos guapísimos de la Diosa Menor de Marzo no perdió el tiempo: subió también a la mesa de un brinco, atrapó a May cuando hacía un salto que en su sano juicio jamás habría podido hacer y la bajó, cargándola como un saco de papas. Está de más decir que la Alcaldesa comenzó a patalear y vociferar que quería volver al escenario, pero su “captor” no oyó razones, llevándosela de allí.

A la vez, varios pares de ojos se fijaron en Dann, quien había sido el único que logró salvar su ración de pastel de todo aquel escándalo.

—Amore, ¿qué diablos le diste a May? —preguntó Nea, arqueando una ceja.

—¿Yo? —Dann arqueó la ceja e intentó parecer convincente, cosa que no logró —Nada, solo un pequeño desquite por lo del año pasado y por esa alza de impuestos. ¿A que fue gracioso?

—Pues muy gracioso no será si se entera de lo que hiciste —sentenció Bell con aire aburrido, saboreando lo que quedaba de pastel.

Ante eso, Dann tragó saliva.

—Ah, y antes de que te vayas, este lugar debe quedar reluciente, ¿de acuerdo?

El dueño del Palacio maldijo (por enésima vez) ese mes de servidumbre que se había subastado en Navidad. Quizá debería mudarse de pueblo… si es que lo dejaban.

(1) Se hace referencia a una ley vigente en México que, entre otras cosas, le da derecho a los ciudadanos a exigir datos sobre las finanzas de las instituciones públicas.

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Bueno, no es el mejor comienzo que ha tenido una OSECIaventura, pero no me maten, que estos últimos días no han sido los más relajados del mundo para mí (Bell rueda los ojos). Así pues, y al filo de que termine el día dieciséis en México, ¡feliz cumpleaños, May! Y también felicidades a Catta, quien cumplió años hace poco y me fui enterando tarde.

Cuídense mucho y nos leemos… en cuanto sepa qué será del Doño (el susodicho tiembla mientras Bell sonríe con malicia).

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