Las
nubes, grises y de aspecto rechoncho, cubrían el cielo de Agua Imaginaria,
antes tan azul y brillante. Muchos habían salido del pueblo, no tanto porque
fuera junio… o quizá sí, viendo la parafernalia que adornaba de nuevo las
calles.
A todo
esto, ¿por qué la Alcaldesa permitía que se celebrara el cumpleaños de la Líder
de esa banda de locas? ¿Nada más porque ella misma era una de esas locas?
Pues no
precisamente, al menos este año. ¿Quieren averiguar por qué?
~Poco
más de un mes atrás, en la sala principal de la residencia…~
—¿Dónde
está esa loca?
A la vez,
las chicas presentes miraron la entrada de la sala principal, queriendo saber
quién había dicho eso.
Tomando
en cuenta con quienes hablaba, resultaba una pregunta estúpida, ¿no?
—Hijo,
por favor, respira profundo y dinos qué pasa.
Sole, que
técnicamente no era una SECI oficial (más que nada por la pereza de no
asignarle un puesto), fue la que se recuperó primero de la impresión de ver a
Dann con el ceño fruncido y claras intenciones de hacer sufrir a alguien.
—Impuestos,
eso pasa —espetó el Doño de mala gana —May quiere cobrarme más porque siga
operando el Palacio, ¡como si no pagara
suficiente! ¡Y ni siquiera quiere decirme para qué!
—Etto…
¿Tiene qué decirte en qué se gasta el dinero? —preguntó Joke, inocente.
—¡Pues
claro! Es una solicitud de información legítima, la Ley de Transparencia (1)
dice…
—¡Nos
importa un cuerno la ley! —interrumpió Luna, algo frustrada de que no la
dejaran oír lo que miraba en televisión… que por una vez, no era un partido de
su amado Barça, sino una repetición de Titanic.
—Ah, ¿es
que acaso a ustedes no les subió los impuestos?
La
pregunta hizo que todas las chicas intercambiaran miradas, aunque no tardaron
en encogerse de hombros. Fue Veerie quien explicó tal reacción.
—Nosotras
no llevamos las cuentas. Eso es cosa de Bell.
Como si
la hubieran invocado, la Fundadora entró a la habitación por la puerta lateral
que llevaba al comedor, con la vista fija en una hoja de papel.
—A ver,
¿alguien quiere decirme por qué llegó este requerimiento? —soltó Bell,
mostrando lo que parecía un documento oficial de la alcaldía de Agua Imaginaria
—Se pagó todo lo que se debía, yo misma hice los cheques para que los
depositaran, ¿verdad? —miró a la Sacerdotisa Escribana, quien asintió
repetidamente con la cabeza.
—Si no
sabes tú… —Carmen se encogió de hombros y se acomodó en la cabeza…
—¿Otra
vez cortaste las rosas del jardín? —regañó Bell a la Diosa Menor de Marzo,
quien se encogió en su sitio —Da igual… —la joven mujer de anteojos meneó la
cabeza, volviendo a revisar el famoso requerimiento —Aquí dice algo de “pago
insuficiente”, pero no entiendo qué…
—¿No dirá
“pago insuficiente debido a ajustes en las finanzas públicas”? —preguntó Dann
con ironía y una sonrisa un tanto malvada.
—Sí,
justo eso, ¿por qué?
—May
subió los impuestos y eso decía mi requerimiento.
Bell
enseguida se quedó como si acabaran de decirle que debía renunciar a todos sus
libros.
—¿Y por
qué demonios no nos avisó? —soltó ella cuando por fin pudo hablar.
—Eso no
lo sé. La ando buscando para preguntarle.
—Déjalo.
Todos
miraron a Bell como si hubiera enloquecido. La encontraron releyendo el
documento de la alcaldía, frunciendo el ceño en claro signo de concentración,
para finalmente esbozar una sonrisa pequeña y pícara que a los demás les puso
la carne de gallina.
—La tengo
—musitó la Líder, claramente refiriéndose a May —Dann, tráeme tus papeles. Ya
sé cómo librarnos de esto. Y mientras… Chicas, pongan la mesa, Catt nos traerá
pastel.
La gente
alrededor comenzó a obedecer, saboreando de antemano el pastel de cumpleaños de
Catta y queriendo saber si la fiesta en honor a la Alcaldesa, que sería en dos
días, no peligraba.
Eso solo
Bell lo podía contestar. Y nadie quería arriesgar el pellejo preguntándole.
~Dos
días después, en el comedor de la residencia…~
May llegó
exhausta a la residencia de la OSECI, casi de entrada por salida, ya que estaba
bastante ocupada y necesitaba regresar a trabajar enseguida.
Había
subido los impuestos a principios del mes pasado, creyendo que la gente se
limitaría a pagarlos y quejarse un poco, sin llegar a más.
Pero no.
Jamás esperó que le empezaran a llover demandas para que se declarara ilegal el
aumento y pidiendo el reembolso de lo que la gente llamaba “excedente
tributario”. De no saber que Bell era contadora, juraría que toda aquella
palabrería sobre leyes era cosa suya.
—¡Sorpresa!
La
Alcaldesa parpadeó, genuinamente confundida, cuando entró al comedor y lo halló
decorado con serpentinas y globos, al mismo tiempo que en la mesa había varios
platillos y un suculento pastel de…
—¡Joke,
espera un poco más o no te daremos ni una rebanada!
La
advertencia de la Aprendiz, hecha con nerviosismo, confirmó que el postre era
de chocolate. May negó con la cabeza, sonriendo un poco, antes de sentarse
donde Bell le indicaba.
—Ahora pide
un deseo —canturreó la Líder con cierto tonillo sarcástico que le dio mala
espina a la Alcaldesa —Como que no te demanden más…
—¿Tú qué
sabes de eso? —quiso saber May.
—Oh,
bueno, hiciste el favor de subir los impuestos de todo el mundo sin avisar,
incluidas nosotras, ¿cómo no me iba a enterar? Suerte que Nea me recordó que
Tanit es abogada…
May tragó
saliva.
—… Y nos
pusimos a demandar a la alcaldía —concluyó Bell, sonriendo ampliamente
—Querida, hacerle eso al pueblo está mal. Sobre todo a los que ya habíamos
pagado.
—¿Cómo
terminó eso así? —susurró May, hundiéndose en su silla.
—Anda,
apaga las velas, que si prometes invertir ese excedente de impuestos en algo bueno, podría convencer a unos cuantos de retirar sus demandas.
La
festejada asintió de mala gana y sopló las diminutas llamas del número que
decoraba su pastel, el cual anunciaba la edad que había cumplido. Acto seguido,
se pusieron a comer, llevándose el pastel, momentáneamente, lejos de la mesa y
de una golosa Joke.
—Siempre
me lo he preguntado —comentó Pad en plena comida —Si May y Joke son gemelas,
¿por qué no cumplen años el mismo día?
—No
quieres saber —indicó Mery, meneando la cabeza.
La comida
se desarrolló con normalidad, o al menos con toda la normalidad de la que eran
capaces las chicas de la OSECI y sus invitados. Al anunciarse que iba a comerse
el pastel, Dann debió llevarlo a la mesa por mandato de Bell, y al intentar
negarse…
—Doño, no
me provoques, que todavía me debes días.
Debido a
la subasta de Navidad, las cinco que habían comprado un mes de servicios del
dueño del Palacio se turnaron para
“emplear” al susodicho. Lo mejor (para Dann, claro) habría sido servir a todas
ellas de corrido, pero no: tomaron el mes como de treinta días, se repartieron
dichos días y lo mandaban llamar cuando se les daba la gana. Ese día en
concreto lo solicitó Bell para que decorara el comedor, envolviera regalos,
limpiara la cocina después que Pad terminara de preparar el banquete y… Bueno,
la idea se entiende.
—¡Aquí lo
tienen! —anunció Dann, inesperadamente contento.
Evidentemente,
nadie quiso saber el por qué.
—¡Se ve
estupendo! —May casi babeaba, literalmente, al ver el postre, que además olía
delicioso —Vamos, yo lo sirvo, préstenme el cuchillo, los platos…
No
tardaron ni diez minutos en servirles a todos su respectiva rebanada,
quedándose May con una sobre la cual estaba la única fresa del decorado.
—¡Provecho!
—dijeron todos a la vez.
Comprobaron
que algo era fuera de lo normal cuando May se comió su fresa en tres mordiscos,
saboreándola con expresión soñadora, antes de animarse más de la cuenta y
treparse a la mesa, saltando sin parar y robándole el látigo a Nea, agitándolo
sin ton ni son.
Olvidamos
decir que el citado látigo era el que impedía que Joke atacara el pastel de los
demás, ¿verdad?
—¡May,
qué haces! —se escandalizó la Diosa Menor de las Artes Escénicas.
—¡Juro
que esta vez no le compartí de mi vodka! —gritó Tato enseguida.
—¡Eh, chicos,
alguno bájela de allí! —pidió Carmen desesperadamente, al tiempo que ayudaba a
Luna y a Writer a contener a Joke.
Uno de
los amigos guapísimos de la Diosa Menor de Marzo no perdió el tiempo: subió
también a la mesa de un brinco, atrapó a May cuando hacía un salto que en su
sano juicio jamás habría podido hacer y la bajó, cargándola como un saco de
papas. Está de más decir que la Alcaldesa comenzó a patalear y vociferar que quería
volver al escenario, pero su “captor” no oyó razones, llevándosela de allí.
A la vez,
varios pares de ojos se fijaron en Dann, quien había sido el único que logró
salvar su ración de pastel de todo aquel escándalo.
—Amore, ¿qué
diablos le diste a May? —preguntó Nea, arqueando una ceja.
—¿Yo? —Dann
arqueó la ceja e intentó parecer convincente, cosa que no logró —Nada, solo un
pequeño desquite por lo del año pasado y por esa alza de impuestos. ¿A que fue
gracioso?
—Pues muy
gracioso no será si se entera de lo que hiciste —sentenció Bell con aire
aburrido, saboreando lo que quedaba de pastel.
Ante eso,
Dann tragó saliva.
—Ah, y
antes de que te vayas, este lugar debe quedar reluciente, ¿de acuerdo?
El dueño
del Palacio maldijo (por enésima vez) ese mes de servidumbre que se había
subastado en Navidad. Quizá debería mudarse de pueblo… si es que lo dejaban.
(1) Se
hace referencia a una ley vigente en México que, entre otras cosas, le da
derecho a los ciudadanos a exigir datos sobre las finanzas de las instituciones
públicas.
&&&
Bueno, no
es el mejor comienzo que ha tenido una OSECIaventura, pero no me maten, que
estos últimos días no han sido los más relajados del mundo para mí (Bell rueda
los ojos). Así pues, y al filo de que termine el día dieciséis en México,
¡feliz cumpleaños, May! Y también felicidades a Catta, quien cumplió años hace
poco y me fui enterando tarde.
Cuídense
mucho y nos leemos… en cuanto sepa qué será del Doño (el susodicho tiembla
mientras Bell sonríe con malicia).
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