miércoles, 1 de mayo de 2013

Describiendo a... (XLVII)

Título: Hermosas Criaturas (en el idioma original, Beautiful Creatures).

Autor: Kami García y Margaret Stohl.

Sinopsis: El joven Ethan Wate cuenta el tiempo que le queda para poder escapar de su aburrido pueblo. Sin embargo, todo cambia cuando una nueva estudiante llega a su instituto: Lena Duchannes, literalmente la chica de sus sueños... y de sus pesadillas. Ella también cuenta los días que le quedan, aunque sabe que no tiene escapatoria. (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).

Editorial de mi ejemplar: Editorial Planeta Mexicana (a través de Espasa).

¿Qué les puedo decir? Pues... ¿Nea tiene la culpa? (Bell rueda los ojos). En serio, tampoco sabría que el libro existe de no ser por Nea. Lo tenía medio olvidado cuando ella volvió a mencionarlo, y a su secuela, pero vamos, no era que me muriera por leerlo. Pero si retroceden en el blog a finales de septiembre de 2012, leerán que me compré un ejemplar en la 44 Feria del Libro Aguascalientes, más cuando supe que saldría una película (la cual Bell no quiso ver sin leer el libro antes y por eso ya no la halló en carteleras). En fin...

Esta historia empieza con unos sueños no muy agradables. Ethan Wate es el protagonista y narrador de la obra (Bell mira como algunos recuerdan a cierta protagonista narradora espantosa y contienen un escalofrío), lo que por cierto, no es frecuente, no en los libros que he leído últimamente. Como sea, el chico tiene unos sueños bastante perturbadores que tienen que ver con caídas, gritos, una chica y una sensación espantosa. Pero no le preocupan demasiado, son feos, pero son solo sueños... o eso cree hasta que se presenta en su escuela una chica nueva, Lena Duchannes, tan bonita como misteriosa y que es nada más y nada menos que aquella con la que sueña.

Nos adentramos en esta novelita a Gatlin, un pueblo de Estados Unidos de esos donde todo es aburridamente igual, nunca pasa nada, y tiene la típica escuela norteamericana con grupos estereotipados en los cuales encajas o mueres; así mismo, tienen sus propias leyendas, y ciertas "normas" que rigen sus vidas. Todo este escenario va cansando a Ethan poco a poco, deseando con todas sus fuerzas ser mayor para marcharse del pueblo. En su casa ya casi no le quedan motivos para quedarse: su madre murió, su padre parece haberse despedido de la realidad y prácticamente lo cría una especie de ama de llaves, "Amma", que es respetada y temida en todo Gatlin. Y, aunque Ethan se cree diferente a sus amigos y al mismo tiempo, parte de esa monótona población, la llegada de Lena parece desestabilizarlo, mostrarle cosas nuevas y que empiece a ver qué tanto está bien o mal en el lugar.

La temática sobrenatural (porque la hay) abarca algo tan viejo como el tiempo: el Bien y el Mal, la Luz y la Oscuridad. Eres de un lado o de otro, pero no de los dos. Y además, parece que en la familia de Lena, (compuesta por seres especiales llamados Casters), debido a cierto incidente en su pasado, no se le permite escoger: cuando sus miembros cumplen los dieciséis, se unen a un lado o a otro, sin excepción y sin poder oponerse. Lena teme volverse "mala", pero no sabe cómo evitarlo... si es que hay una forma de evitarlo. Aunque nunca le había importado demasiado hasta conocer a Ethan.

La novela tiene su encanto, lo admito, aunque es un poco raro cómo se dan los últimos acontecimientos que, creo yo, para bien o para mal dan pie a Hermosa Oscuridad (la secuela, si no estoy mal informada). Ethan y Lena tienen que pasar por muchas cosas, desesperados e impulsivos varias veces (lo cual, siendo adolescentes, es lógico, ¿no?), todo con tal de que ella no se vaya del lado de la Oscuridad, con lo cual se volvería irreconocible. Pero si se va del lado de la Luz, ¿no habrá consecuencias? Uh, sí, hay varias preguntas, ¿pero llegarán las respuestas a tiempo para este par de tórtolos? Eso deberán leerlo ustedes mismos.

Nota aparte: al inicio del libro, hay un glosario, dado que las autoras pidieron que se respetaran, sin traducir, ciertos términos que ellas habían creado. No sé por qué me llamó la atención el dato, quizá porque no es frecuente que me lo tope, pero allí está, y me hace preguntarme qué podríamos andarnos perdiendo al leer obras traducidas a la lengua materna propia y no en su idioma original (aunque sean detalles tan insignificantes como palabras inventadas).

Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario