Título: Cinder. Crónicas Lunares I (en el idioma original, The Lunar Chronicles. Cinder).
Autor: Marissa Meyer.
Sinopsis: Bienvenidos a Nueva Pekín, metrópoli central de un mundo futuro donde humanos, ciborgs y androides coexisten en precaria convivencia, amenazados por una extraña y caprichosa plaga mortal para la que los científicos no encuentran cura. Esta es la ciudad donde vive Linh Cinder [...]: una ciborg que, por serlo, es odiada y despreciada por todos y, sobre todo, por Adri, su madrastra, cuyo amor y respeto jamás ha tenido a pesar de que gracias a su trabajo, Adri y sus dos hijas, Pearl y Peony, pueden salir adelante y aparentar más de lo que son. [...] Sabe que no lo logrará, pero no deja de alimentar la vana esperanza de ganarse el favor de su familia y ¿por qué no?, de ir al baile real que cada año se celebra en palacio.[...] Cinder es la mejor mecánica de Nueva Pekín, y tan grande es su fama que el mismísimo príncipe Kaito, heredero de la Comunidad Oriental, ha acudido a su cuchitril en el mercado para confiarle el arreglo de su androide. [...] (Extracto de la introducción).
Formato: Digital.
¿Qué les puedo decir? En primer lugar, aclaro que nunca, jamás, creí que iba a incluir el apellido "Meyer" en mis seudo-reseñas. Échenle la culpa a la creadora de esos intentos de vampiros que no sé cómo hay gente que los adora (Bell rueda los ojos). Bueno, dejando eso de lado, recuerdo que desde el año pasado comencé a ver y leer cosas de este libro. En español, lo publica Random House Mondadori a través de Montena (el sello que sacó la trilogía de Rubí y la saga Oscuros, entre otros), y claro, en España hace mucho que lo tienen, incluso este año salió el segundo, Scarlet, pero en México no se ve ni sus luces (si Bell se equivoca, díganle dónde conseguirlo). Total, que teniendo por fin a Tarly, me di a la tarea de buscar una versión electrónica decente y quitando detalles de edición (algunos renglones se cortan medio raro, ni idea de por qué), parece que la que hallé es una buena traducción. En fin, los dejo de aburrir con detalles técnicos menores (?).
En un futuro lejano, después de una Cuarta Guerra Mundial (¿cómo se las arreglaron para hacer dos guerras mundiales más? Mejor no saber), los países del mundo decidieron reagruparse, elegir gobernantes e intentar con todas sus fuerzas de no cometer de nuevo semejante barbaridad (la guerra a escala mundial, se entiende). Una de esas reagrupaciones fue la Comunidad Oriental, que engloba varios países que en nuestra actualidad son del Lejano Oriente, y su capital es Nueva Pekín (o Nueva Beijing, como también lo nombran, Bell ignora cuál sea la que Montena usó en español). Allí vive Cinder, una chica que, debido a un accidente de la infancia, tuvo que ser parcialmente reconstruida como ciborg, lo cual le trae las consabidas discriminaciones porque no se le considera humana como tal. Pero ser parcialmente una máquina para ella tiene ventajas, ya que le da facilidad para las máquinas y es la mejor mecánica de la ciudad, puede reparar lo que sea. Así es como llega un chico pidiéndole que arregle un androide algo obsoleto y aunque al principio Cinder piensa decirle al cliente que mejor reemplace al androide, se calla al darse cuenta de quién es el chico: el príncipe Kaito, único heredero al trono de la Comunidad Oriental. Y, dicho sea de paso, el sueño de prácticamente todas las chicas de Nueva Pekín.
Como se podrán dar cuenta, Cinder entra en lo que se conoce como retelling; esto es, una versión "nueva" de alguna historia ya existente. En este caso, hablamos de un cuento de hadas que es mundialmente famoso, Cenicienta. No hay persona que no conozca estas versiones, ya sean como novelas o películas, por lo que pensarán, ¿qué tiene que ver un mundo lleno de robots, naves espaciales y extraterrestres (unos nada simpáticos, por cierto) con un cuento de hadas?
Sí, hay una chica que vive explotada por una madrastra. Sí, hay un príncipe y un baile. Pero la ambientación, la historia personal de Cinder (que se empieza a conocer poco a poco) y algunos sucesos de transfondo hacen que te des cuenta que esta versión de Cenicienta es muy particular. Cinder no es del todo sumisa y blanda, como la Cenicienta original. Una de las hermanastras no es mala con la protagonista, como sí lo son las dos originales. El príncipe no es un tipo que apenas aparece y del que ni sabemos el nombre (¿cómo es posible un protagonista masculino sin nombre? Culpen a Perrault y a los Grimm). Y un par de problemas que andan flotando por allí hace que no nos fijemos solo en los encuentros del príncipe y Cinder los cuales, dicho sea de paso, son todo menos tiernos y dulces.
Me gustó Cinder, no puedo negarlo, y tan emocionada estaba terminándola de leer que llegó la madrugada del cambio de horario en México sin que pudiera apagar a Tarly. Claro, dan ganas de zarandear a Meyer con ese final, que hace que te lances cuanto antes a leer Scarlet y maldigas a RHM por no traer los libros físicos a México. Y claro, en gustos se rompen géneros, y seguro habrá quien no quiera ver "destrozado" el cuento de Cenicienta con detalles como una plaga mortal, gente proveniente de la Luna (eh, por algo son las Crónicas Lunares) y un pasado apabullante que Cinder quizá no quería saber.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
En un futuro lejano, después de una Cuarta Guerra Mundial (¿cómo se las arreglaron para hacer dos guerras mundiales más? Mejor no saber), los países del mundo decidieron reagruparse, elegir gobernantes e intentar con todas sus fuerzas de no cometer de nuevo semejante barbaridad (la guerra a escala mundial, se entiende). Una de esas reagrupaciones fue la Comunidad Oriental, que engloba varios países que en nuestra actualidad son del Lejano Oriente, y su capital es Nueva Pekín (o Nueva Beijing, como también lo nombran, Bell ignora cuál sea la que Montena usó en español). Allí vive Cinder, una chica que, debido a un accidente de la infancia, tuvo que ser parcialmente reconstruida como ciborg, lo cual le trae las consabidas discriminaciones porque no se le considera humana como tal. Pero ser parcialmente una máquina para ella tiene ventajas, ya que le da facilidad para las máquinas y es la mejor mecánica de la ciudad, puede reparar lo que sea. Así es como llega un chico pidiéndole que arregle un androide algo obsoleto y aunque al principio Cinder piensa decirle al cliente que mejor reemplace al androide, se calla al darse cuenta de quién es el chico: el príncipe Kaito, único heredero al trono de la Comunidad Oriental. Y, dicho sea de paso, el sueño de prácticamente todas las chicas de Nueva Pekín.
Como se podrán dar cuenta, Cinder entra en lo que se conoce como retelling; esto es, una versión "nueva" de alguna historia ya existente. En este caso, hablamos de un cuento de hadas que es mundialmente famoso, Cenicienta. No hay persona que no conozca estas versiones, ya sean como novelas o películas, por lo que pensarán, ¿qué tiene que ver un mundo lleno de robots, naves espaciales y extraterrestres (unos nada simpáticos, por cierto) con un cuento de hadas?
Sí, hay una chica que vive explotada por una madrastra. Sí, hay un príncipe y un baile. Pero la ambientación, la historia personal de Cinder (que se empieza a conocer poco a poco) y algunos sucesos de transfondo hacen que te des cuenta que esta versión de Cenicienta es muy particular. Cinder no es del todo sumisa y blanda, como la Cenicienta original. Una de las hermanastras no es mala con la protagonista, como sí lo son las dos originales. El príncipe no es un tipo que apenas aparece y del que ni sabemos el nombre (¿cómo es posible un protagonista masculino sin nombre? Culpen a Perrault y a los Grimm). Y un par de problemas que andan flotando por allí hace que no nos fijemos solo en los encuentros del príncipe y Cinder los cuales, dicho sea de paso, son todo menos tiernos y dulces.
Me gustó Cinder, no puedo negarlo, y tan emocionada estaba terminándola de leer que llegó la madrugada del cambio de horario en México sin que pudiera apagar a Tarly. Claro, dan ganas de zarandear a Meyer con ese final, que hace que te lances cuanto antes a leer Scarlet y maldigas a RHM por no traer los libros físicos a México. Y claro, en gustos se rompen géneros, y seguro habrá quien no quiera ver "destrozado" el cuento de Cenicienta con detalles como una plaga mortal, gente proveniente de la Luna (eh, por algo son las Crónicas Lunares) y un pasado apabullante que Cinder quizá no quería saber.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
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