~Entrada~
La princesa del Nilo
(Pauline
Gedge)
—Campesino, tienes mi pato junto a los pies y mi bastón de caza en la
mano. Solo los nobles pueden tocarlo. ¡Suéltalo!
Lentamente, los dedos entumecidos de Senmut se abrieron. El noble se
inclinó y se lo quitó.
—Y mi pato —prosiguió la muchacha —¿qué ibas a hacer con él? —su voz
ahora era suave, como un ronroneo —¿Pensabas huir con mi pato? ¿Acaso debo
permitirle que hable, Hapuseneb?
—Como usted guste, Princesa —repuso el joven, en tono grave —Pero ya que
me pregunta, ¿no le parece extraño que un campesino porte un brazalete de
arquitecto y lleve la cabeza afeitada, como sacerdote?
Hubo un largo silencio. Entonces, Hatshepsut le ordenó con toda
tranquilidad.
—Levántate, sacerdote. ¿Acaso eres tú, o no? ¡Claro que sí! No conozco a
ningún otro sacerdote loco que pueda disfrazarse de arquitecto y campesino al
mismo tiempo.
~Plato
Fuerte~
Aguas Peligrosas
(Bernard
Cornwell)
—Nick, tienes un rostro franco, eres honesto y no puedes dejar de ayudar
a la gente. No te queda el papel de malvado.
Miré atentamente a la bella y pecosa Ellen, con sus afilados pómulos,
astutos ojos verdes y centellantes cabellos. Y de pronto me pregunté si
McIllvanney habría hablado con ella de nuevo.
—¿McIllvanney te…? —comencé a formular la pregunta.
—Sí, por supuesto —me interrumpió Ellen —Elevó la cifra a mil dólares,
pero le respondí que tan pronto termine el encargo de los gemelos Crowninshield
zarparé en dirección de los Mares del Sur… —chocó su copa con la mía —contigo.
~Postre~
Un escape a la esperanza
(Elizabeth
Webster)
—¿Tienes alguna idea de a dónde pudo ir? —preguntó Bill.
Dessie trató de hacer memoria. Johnnie estaba en graves problemas y
trataría de no implicar a nadie más. Por eso fue que no acudió a ella ni a
Maggie ni al hombre–que–pinta. El hombre–que–pinta… El consejo de un hombre
sería el que más le hubiera hecho falta en esos momentos. Aún podía escuchar su
propia voz hablando con lentitud, para los oídos de Johnnie: “Cuando seas mayor
podrás ir a buscarlo”.
—¡El petróleo del Mar del Norte! —exclamó de pronto.
Los otros la miraron sorprendidos.
—Su papá… Ese tonto
muchacho fue a buscar a su papá, y no tiene ni la menor idea de dónde
encontrarlo.
Con miis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".
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