sábado, 22 de junio de 2013

Tinta a la Carta XLIV: Merienda en cuatro tiempos

~Aperitivo~
Los reyes de la arena
(George R. R. Martin)
Kress gimoteó y retrocedió hacia la casa. Cerca de la puerta, alzó los ojos.
Contó una docena de formas alargadas y blancas que se arrastraban de un lado al otro por las paredes del edificio. Cuatro de ellas estaban apiñadas en las proximidades del extremo del campanario, donde había anidado el halcón en otros tiempos. Se hallaban tallando algo. Una cara.
Una cara muy familiar.

~Entrada~
Hermosas Criaturas
(Kami García y Margaret Stohl)
—Algunas veces desearía hacer las cosas como todo el mundo, pero no puedo cambiar lo que soy. Lo he intentado, pero nunca consigo llevar la ropa adecuada o decir lo apropiado y, algunas veces, todo me sale fatal. Me gustaría poder ser yo misma y, aun así, tener amigos que se dieran cuenta de si estoy o no en el colegio.
—Créeme, lo saben de sobra. Al menos, hoy lo han hecho —ella estuvo a punto de echarse a reír, casi —Quiero decir, en un sentido positivo —aparté la mirada.
Me he dado cuenta.
¿De qué?
De cuando tú estás en la escuela o no.
—Entonces eres tú el que está loco —pero cuando dijo las palabras, se notaba que estaba sonriendo.

~Plato Fuerte~
El Alquimista
(Michael Scott)
 […] No podía aguantar ni un minuto más allí abajo con ese hedor. Se frotó los ojos con la palma de las manos, pues el escozor resultaba insoportable. A continuación, se agarró con fuerza al pasamanos de la escalera y cogió impulso para subir más deprisa. O respiraba un poco de aire fresco o vomitaría la comida, pero, misteriosamente, cuanto más se acercaba a la parte superior de la escalera, más penetrantes eran los olores.
Con cuidado, asomó la cabeza por la puerta del sótano y miró a su alrededor.
En ese preciso instante, Josh Newman se dio cuenta de que el mundo jamás volvería a ser el mismo.

~Postre~
Jardín Sombrío
(V.C. Andrews)
De modo que ya sabía lo que palpitaba en las sombras de Malcolm Neal Foxworth, lo que le atormentaba. Ahora ya sabía por qué había escogido una mujer como yo. Yo era todo lo contrario a su madre. Ella era el cisne; yo, el patito feo y él quería que fuese así. Aquel amor que siempre ansié nunca sería para mí.
El amor de Malcolm había sido tomado y destruido por la mujer que embrujaba aquella habitación. Y no me había dejado nada.

Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

1 comentario:

  1. "En ese preciso instante, Josh Newman se dio cuenta de que el mundo jamás volvería a ser el mismo." Hoy fui plenamente consiente de lo dura que es esa frase para Josh.

    Me gustan tus recomendaciones, aunque sólo he leído El Alquimista y Hermosas Criaturas (que me agrada).

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