~Aperitivo~
Los Reyes Malditos I. El Rey
de Hierro
(Maurice
Druon)
—¡Papa Clemente!
¡Caballero Guillermo! ¡Rey Felipe! ¡Antes de un año yo os emplazo para que
comparezcáis ante el tribunal de Dios, para recibir vuestro justo castigo!
¡Malditos, malditos! ¡Malditos hasta la decimotercera generación de vuestro
linaje!
Las llamas penetraron en
la boca del gran maestre y sofocaron su último grito. Luego, durante un tiempo
que pareció interminable, se debatió contra la muerte.
Por fin se dobló en dos,
la cuerda que lo sujetaba se rompió y Jacobo de Molay se hundió en la hoguera.
Solo se veía su mano, que permanecía alzada entre las llamas, y ahí estuvo
hasta quedar ennegrecida.
~Entrada~
Fusión
(Julianna
Baggott)
—Vamos a necesitar toda la
ayuda que podamos reunir —comenta Il Capitano.
—¿Qué pasa? —pregunta
Perdiz —¿Ayuda para qué?
—Wilda tiene un Nuevo
Mensaje de la Cúpula, de parte de tu padre —le explica Pressia.
—¿De mi padre? ¿Cómo lo
saben? —es consciente de que ha respondido como a la defensiva.
—Tiene la misma estructura
que el primer mensaje —interviene Il Capitano —Veintinueve palabras y la cruz
con el círculo.
—La cruz celta… Es
irlandesa —aclara Lyda.
—Las Fuerzas Especiales se
la llevaron a la Cúpula y la arreglaron.
~Plato
Fuerte~
Festín de Cuervos (Canción
de Hielo y Fuego IV)
(George
R. R. Martin)
—¿Por qué estáis tan
seguros de que fue el Perro? —lo que describían parecía más propio de Gregor
que de Sandor. Sandor siempre había sido despiadado, desde luego, pero el
verdadero monstruo de la Casa Clegane era su hermano.
—Lo vieron —señaló Ser
Arwood —Ese yelmo que lleva es inconfundible e inolvidable, y unos cuantos
sobrevivieron para contarlo. La niña a la que violó, unos chiquillos que se
escondieron, una mujer que encontraron atrapada bajo una viga, los pescadores
que vieron la carnicería desde sus botes…
—No lo llaméis carnicería
—pidió Lady Mariya en voz baja —Es un insulto para los carniceros honrados. Lo
de Salinas fue obra de una bestia disfrazada de ser humano.
«Vivimos en tiempos de
bestias —reflexionó Jaime —De leones, lobos y perros rabiosos; de grajos y
cuervos carroñeros.»
~Entremés~
Cazadores de Sombras 3.
Ciudad de Cristal
(Cassandra
Clare)
—Jamás me devolviste las
llamadas —dijo —Te llamé muchísimas veces y tú nunca me devolviste las
llamadas.
Magnus miró a Alec como si
éste se hubiera vuelto loco.
—Tu ciudad está siendo
atacada —dijo —Las salvaguardas no funcionan y las calles están repletas de
demonios. ¿Y tú quieres saber por qué no te he llamado?
Alec apretó la mandíbula
en una obstinada línea.
—Sí, quiero saber por qué
no me devolviste las llamadas.
Magnus levantó las manos
en un gesto de exasperación. […]
~Postre~
Ana Karenina
(Lev
Nikoláievich Tolstoi)
En el fondo, lo que más le
irritaba contra los suyos, es que su conciencia le decía que tenían razón. Su
amor por Ana no era una atracción pasajera, destinada, como tantos otros
amoríos mundanos, a desaparecer sin dejar más rastro que algunos recuerdos
dulces o penosos. Comprendían perfectamente todas las torturas de su situación,
todas las dificultades a los ojos del mundo al cual necesitaba ocultarlo todo,
ingeniándose en la mentira, en el engaño, en la invención de toda clase de
astucias. Y aunque su mutua pasión era tan violenta, que solo en ella pensaban,
se veían obligados a ocuparse de los demás.
Esa frecuente necesidad de
disimular y de fingir, le volvieron con fuerza al pensamiento. Nada había más
contrario a su naturaleza, y recordó el sentimiento de vergüenza que
frecuentemente había sorprendido en Ana, cuando ella también se veía precisada
a mentir.
Desde que empezaron sus
relaciones con Ana, experimentaba a veces una extraña sensación de repugnancia
y repulsión que no podía definir. ¿Contra quién…? ¿Contra Alexei
Alexandrovitch? ¿Contra sí mismo? ¿Contra el mundo entero…? No lo sabía.
(Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta").
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