Autor: Maite Carranza.
Sinopsis: Desde tiempos inmemoriales, los clanes de las brujas Omar han vivido ocultándose de las sanguinarias brujas Odish y esperando la llegada de la elegida por la profecía. [...] Anaíd, que ha vivido sus catorce años de vida apartada en un pueblo del Pirineo, ignora los secretos que atañen a las mujeres de su familia... Hasta que la misteriosa desaparición de su madre, Selene la pelirroja, la enfrenta a una verdad tan escalofriante como increíble y la obliga a recorrer un largo camino cuajado de peligros y descubrimientos. (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Edebé.
¿Qué les puedo decir? Estos libros aparecieron ante mis ojos porque Nea (cuándo no…) publicó en uno de sus Menús un fragmento de otra obra de esta autora (Palabras envenenadas, también en la lista de espera. Larga historia). Al ponerme a buscar, salió esta trilogía, y ya saben que a mí eso de la fantasía y las brujas me gusta un montón (solo miren las entregas de la Saga HHP que se ha aventado Bell). Así las cosas, en cuanto hallé a la mano la trilogía, fui adquiriendo los volúmenes uno a uno. Y sí, también son de esas obras que he ido dejando en la cola largo tiempo, ya era hora de que la leyera y que su seudo-reseña saliera a la luz.
Hay una tormenta en el pequeño pueblo de Urt, enclavado en los Pirineos. Anaíd Tsinoulis, una chica de catorce años, se retuerce en su cama hasta que despierta con una inquietud extraña, que hace que revise su casa de arriba abajo y se dé cuenta de la verdad: su madre, Selene, no está. Sus pertenencias siguen allí, entonces ¿la secuestraron? ¿O por alguna razón solo se marchó?
Por otro lado, Anaíd debe pelear con el hecho de sentirse un bicho raro, siendo bajita, feúcha y demasiado inteligente (según sus compañeros de clase), lo que unido a la desaparición de su madre, le granjea un sinfín de burlas. Entre una cosa y otra, siente que algo le ocultan las amigas de su madre y la hermana de su difunta abuela, Criselda, lo que confirma de forma un tanto extraña ya que las mujeres le sueltan, de buenas a primeras, que es una bruja.
Según las leyendas, hace mucho tiempo surgieron dos tipos de brujas: las Omar, vinculadas a los elementos y formando clanes unidos a ciertos animales; y las Odish, que buscan sobre todo la inmortalidad de una forma terrible: desangrando bebés y chicas Omar. Se dice que vendrá una elegida que vendrá a "reinar" y destruirá a uno de los tipos de brujas, pero no se sabe a cuál. Se cree que esa elegida es Selene debido, entre otras cosas, a su cabello rojo, descrito en una de las tantas profecías existentes sobre el tema, ¿será por eso que desapareció? ¿Qué pueden hacer las Omar si, como empiezan a temer, Selene se vuelve una Odish? Sumado a eso, Anaíd no sabe si podrá hacer algo por su madre porque, para empezar, no manifiesta ningún poder.
Toda adolescente se ha sentido como Anaíd, que es fea y no encaja. Incluso hay casos en que la mencionada adolescente siente que le ocultan cosas, aunque no tan tremendas como las que va desentrañando esta chica en el transcurso de la historia. Sin embargo, me parece un poco acelerado el proceso en el cual Anaíd no solo descubre si tiene poderes o no, sino también el cómo se empapa de todo lo que las mujeres de su clan, brujas Omar del clan de la loba, saben hacer con varas de árboles, pociones, conjuros y cosas similares. No sé, me pareció que le faltó meter un poco el freno en ciertas partes, aunque bien mirado, puede que fuera el ritmo que la autora quería para mantener interesado al público juvenil, que después de todo, es el que lee más este tipo de novelas.
Así, mientras algunos misterios se van desvelando, otros quedan un poco en suspenso, lo que da lugar a lanzarse por El desierto de hielo, segunda entrega de la trilogía, aunque vamos, ¿qué más sorpresas se puede topar Anaíd? Eso la se sabrá.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
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