~Aperitivo~
Los Reyes Malditos II. La Reina
Estrangulada
(Maurice
Druon)
—¿No es una lástima
—siguió Roberto —que un cuerpo tan hermoso, tan dulce y tan seductor se vea privado
de los goces naturales? Aceptad, Margarita, y os llevaré conmigo lejos de esta
prisión hoy mismo; os llevaré primero a una confortable hostería de convento, a
donde podré ir a veros a menudo y velar por vos… A fin de cuentas, ¿qué os
importa declarar que vuestra hija no es de Luis, puesto que nunca habéis amado
a esa hija?
Ella alzó los ojos.
—El que yo no quiera a mi
hija, ¿no prueba precisamente que es de mi marido?
~Entrada~
Incarceron
(Catherine Fisher)
—Tendría que haberme
imaginado que el viejo bribón iba a hacer algo así. Aunque un trozo de cristal
no parece gran cosa para todas las molestias que te has tomado. ¿Qué es?
Entonces Finn supo, en un
segundo de amarga claridad, que estaba en lo cierto, que tenía que haber nacido
en el Exterior; lo supo porque lo que tenía firmemente sujeto en la mano era un
objeto que ningún habitante de Incarceron desde había generaciones había visto
jamás, algo cuyo propósito ni siquiera podían adivinar, y al mismo tiempo, le
resultaba familiar, tenía un nombre para denominarlo, sabía lo que era.
Era
una llave.
La oscuridad y el dolor
crecieron y lo engulleron.
~Plato
Fuerte~
Danza de Dragones (Canción
de Hielo y Fuego V)
(George
R. R. Martin)
—Las noches son muy largas
—dijo a Missandei—y el trabajo no termina nunca, ni en los Siete Reinos ni
aquí. Pero ya has hecho bastante por ahora: ve a descansar.
«Y quieran los dioses que
no sueñes con dragones.»
Cuando la niña se hubo
marchado, el anciano caballero retiró la colcha […]. Había perdido tanta carne
que se le veía el cráneo, y sus ojos eran charcos de pus.
«[…] No todos los hombres
están destinados a la danza de dragones.»
~Entremés~
Cazadores de Sombras 4.
Ciudad de Ángeles Caídos
(Cassandra
Clare)
—¿Sabían que van a juego?
Ambos se miraron, primero
a ellos mismos y a continuación el uno al otro. Los dos iban vestidos con
pantalón de mezclilla y camiseta negra de manga larga. Jace jaló de su camiseta
con cierto sentido del ridículo.
—Se la he pedido prestada
a Kyle. La otra estaba un poco asquerosa.
—¿Ahora se intercambian
hasta la ropa? Eso es lo que hacen los mejores amigos.
—¿Te sientes marginado?
—dijo Kyle —Si quieres te presto también una camiseta negra.
Simon no declaró lo
evidente, que era que nada que le fuera bien de talla a Kyle o a Jace podía
encajar en su flacucho cuerpo.
~Postre~
Jane
Eyre
(Charlotte Brontë)
—Bien, Jane, ¿me conoce?
—preguntó la voz conocida.
—Quítese la capa, señor, y
entonces…
—Se han enredado las
cintas, ayúdeme.
—Rómpalas, señor.
—Ya está. ¡Fuera, avíos!
—y el señor Rochester se quitó el disfraz.
—Señor, ¡qué extraña idea!
—Pero bien realizada, ¿eh?
¿No le parece?
—Con las damas le habrá
ido bien.
—¿Pero no con usted?
—Conmigo no hacía el papel
de gitana.
—¿Qué papel hacía? ¿El
mío?
—No, uno inexplicable. En
una palabra, creo que ha intentado sonsacarme, o engañarme. Ha dicho tonterías
para que yo las dijera. No es justo, señor.
Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".
No hay comentarios:
Publicar un comentario