sábado, 9 de diciembre de 2023

Tinta a la Carta CXXXII: Almuerzo en cuatro tiempos

~Aperitivo~
Escritoras. Retratos de mujeres
(Virginia Woolf)
[…] Pero, aunque tenemos la sensación de que Jane Austen ha hecho eso antes, y lo ha hecho mejor, la tenemos también de que está intentando algo que no ha intentado nunca hacer. Hay en Persuasión un elemento nuevo, la cualidad, tal vez, que hizo entusiasmarse al doctor Whewell e insistir en que era «la más bella de sus obras». Jane está empezando a descubrir que el mundo es más amplio, más misterioso y más romántico de lo que había supuesto.

 

~Entrada~

Antihéroes

(Iría G. Parente & Selene M. Pascual)

Después, Alejandra le indicó que debía irse a casa y que no podía decir ni una palabra de lo que aquí había visto o de lo que le habían contado. Podría venir a visitarme (una vez por semana, siempre que yo «colaborase»), pero nadie más debía saber dónde está el centro o cuál es su objetivo.

Y así mi padre se marchó, como si sus pasos no fueran suyos, y yo me quedé aquí.

Os dije que mi vida podría ser una mierda si no fuera por mis poderes.

Bienvenidos a mi nueva vida, en la que me han quitado mis poderes. Ahora es una mierda.

 

~Plato Fuerte~

Esquirlas de un solsticio

(Noelia Martín Luna)

—¿Cómo has dicho…?
Amund continuó con su discursito, ahora mucho más animado al ver que su novia estaba tan ilusionada como él. Edith no iba a tolerar ese despropósito ni un segundo más. Ni siquiera sabía por dónde empezar, pero estaba todo mal. […] No iba a casarse con nadie, muchísimo menos con ese engendro azucarado de tres al cuarto. […]. Podía sentir cómo perdía el control de sí misma, cómo su magia, el hielo que corría por sus venas, que nacía en su núcleo y más allá, vibraba con fuerza, suplicando la liberación, ¡reclamando la salida que le correspondía!, una que le hiciera triunfar sobre ese falso intento de príncipe azul.
[…]
—Mi hermana empieza en septiembre su segundo año —dijo despacio, saboreando cada palabra, la suavidad del hielo en su paladar, mientras su sangre hervía de ira—. No se casará contigo ahora y, si dependiera de mí, nunca. ¿Lo entiendes? ¿O necesitas que te lo deje más claro? —siseó.
[…]
Ahí fue cuando se condenó.
—Ed —suplicó Astrid, dando un paso en su dirección y abrazándose a sí misma un segundo más tarde. El aire estaba helado.
—Es mi última palabra —sentenció.
Amund no parecía afectado, no de la misma forma que Astrid.
—Necesitas controlar tu ira, ¿o qué harás cuando te pongan la zancadilla en una negociación? —cuestionó con sorna—. ¿Hacer cubitos de hielo?

 

~Postre~

Dumplin

(Julie Murphy)

—Presentarte a ese concurso es como si te colgaras un cartel que pusiera: «Patéame el trasero». No necesitas mi permiso, pero no quiero ser responsable de eso.
Los hombros de Millie se desploman.
Ellen raspa el suelo con la punta del zapato.
—Deberían hacerlo. Si Millie y Amanda quieren presentarse al concurso contigo, que lo hagan. «¡Viva la revolución!», y todo eso.
—No —insisto—. Deberían irse a casa.
Amanda se encoge de hombros y echa a caminar, pero Millie se queda allí plantada, implorándome en silencio.
Ellen me toma la mano y me la aprieta fuerte.
Yo suspiro.
—La inscripción para la revolución cuesta doscientos billetes.

Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

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