sábado, 2 de diciembre de 2023

Tinta a la Carta CXXXI: Desayuno en tres tiempos

~Entrada~
Las niñas van donde quieren
(Irene Cívico & Sergio Parra & Núria Aparicio)
[…] A ver, lo del estereotipo este del sexo débil no solo es nefasto sino que, además, es una de las mentiras más grandes de la historia. Mentira. Podrida.
Pero, claro, el daño ya estaba hecho. Porque, cuando te repiten algo sin parar, inevitablemente te lo acabas creyendo un poco. Y millones de chicas alrededor del mundo creyeron durante mucho tiempo que había cosas que no podían hacer. Porque les decían que no eran suficientemente listas, o fuertes o que esas cosas no eran «de chicas». Pero, como ustedes bien saben, eso no es cierto. Eso es otra mentira. Súper podrida.
Las chicas que encontrarán en este libro no se lo creyeron. Creyeron en sí mismas, fueron extra valientes y abrieron el camino a todas las demás. Quizá no estaban cien por ciento seguras de conseguirlo, pero sí quisieron intentarlo. Y llegaron donde ninguna otra chica había ido antes. Ya fuera a lo más alto de una montaña, a lo más profundo del océano a la otra pinta del mundo.
 
~Plato Fuerte~
Terror en la red 1. El chico que vivía encerrado en una habitación
(Álvaro Colomer & Antonio Lozano)
Derek dio un respingo al leer el mensaje. Hasta ese momento no había relacionado cierto incidente ocurrido unas noches atrás con La Sombra. Solo ahora, por las palabras de Nerea, caía en la cuenta de que esa situación extraña, aquel susto que se llevó poco después de apagar el ordenador, había ocurrido de forma consecutiva a que hubiese agregado a la persona oculta tras el oscuro seudónimo a su cuenta de Facebook. Confuso e inquieto, decidió que ya contestaría el mensaje más adelante. Así que se metió en la cama y, una vez más, soñó que esquiaba.
Sin embargo, sobre las 03:24 se despertó sobresaltado, víctima de una pesadilla en la que algo intentaba tragárselo mientras descendía por una pista absolutamente despejada. Salió del sueño justo cuando la pendiente se convertía en un precipicio al fondo del cual se extendía la oscuridad. Pero no una oscuridad cualquiera, sino la de una enorme sombra con la boca abierta.
 
~Postre~
El león, la bruja y el ropero
(C. S. Lewis)
«¡Madre mía! ¡Este armario es enorme!», pensó Lucy, avanzando más aún, a la vez que apartaba a un lado los suaves pliegues de los abrigos para poder pasar. Entonces notó que había algo que crujía bajo sus pies. «¿Serán más bolas de naftalina?», se preguntó, inclinándose para palparlo con la mano. Pero en lugar de tocar la dura y lisa madera del suelo del armario, tocó algo blando, arenoso y sumamente frío.
—Esto es muy raro —dijo, y dio un paso o dos al frente.
Al cabo de un instante se percató de que lo que le rozaba el rostro y las manos ya no era suave piel sino algo duro y áspero e incluso espinoso.
—¡Vaya, pero si son ramas de árboles! —exclamó.

Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

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