Título: Las brujas (en el idioma original, The Witches).
Autor: Roald Dahl.
Sinopsis: [...] Un niño y su abuela se enfrentan a la terrible Asociación de Brujas de Inglaterra mientras éstas, bajo la apariencia de mujeres corrientes, celebran su convención anual en un hotel. (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Editorial Santillana, S. A. de C. V. (a través de Alfaguara).
¿Qué les puedo decir? A estas alturas de la vida, y en la era de la rápida información (por internet y redes sociales, principalmente), quien no reconozca esta historia es porque de verdad no le interesa o vive debajo de una piedra (metafóricamente hablando). Además, Roald Dahl es un escritor famoso no solo por este libro, y más de una de sus obras ha sido adaptada al cine (como le pasó a esta más de una vez), así que perdonen si no alerto de spoilers. Pero claro, si conocieron el libro después de la película (la primera), como yo, entonces anden con cuidado con el resto de la seudo-reseña. Así la cosa, ¡comencemos!
Lo primero que hace el libro es advertirte contra las brujas. Y lo dice en mayúsculas en cada ocasión, de las BRUJAS DE VERDAD, porque no son lo mismo que las brujas que quizá escucharas mencionar en cuentos o leyendas. Te dicen algunas características de esos seres y te advierten, entre otras cosas, que podrían parecer como cualquier mujer, incluso que podría vivir una junto a tu casa. Después de eso, nuestro protagonista, un niño, comienza a contar que él mismo tuvo un par de encuentros con brujas de verdad, y si bien del primero salió más o menos bien (porque su abuela sabía mucho de brujas y le contó historias con suficientes detalles como para identificarlas), en la segunda ocasión... bueno, el niño se había quedado huérfano poco tiempo atrás, su abuela lo llevó de viaje y por ahí, se topó con las brujas en un tipo de reunión que tenían cada año... y no salió exactamente igual que como se las topó. Luego, tocó que contara cómo sobrevivió, con todo y su cambio, y no fue una hazaña cualquiera.
Como mencioné, es difícil hacer una seudo-reseña de una obra que conoce todo el mundo, al menos superficialmente, y más sin dar spoilers realmente grandes para quienes realmente no sepan de su trama, como los niños que apenas empiezan a leer o gente que de verdad, no esté en absoluto interesada y de alguna manera, pasara su vida adulta sin toparse sus adaptaciones cinematográficas en televisión o servicios de transmisión por internet. Sí, lo segundo suena extraño y difícil de creer, pero creo que es posible. Como sea, Las brujas es una de las obras más conocidas de Dahl, creo yo, y que el público la identifique con unas cuantas referencias es algo que solo consiguen esa clase de trabajos, los que fueron muy criticados tanto por el original como por sus adaptaciones (de buena o mala manera).
Si bien en el folclore las brujas son bien conocidas, Dahl en su libro se fue por la imagen de "malas" de estos seres, sobre todo en el sentido de que detesten a los niños. Nunca se da una explicación de semejante odio, solo que les repugnan y harán lo que sea para deshacerse de ellos, siempre de la manera más retorcida que puedan. Según lo que se narra allí, el que se disfracen tan bien que parezcan mujeres normales es un gran peligro, porque nunca nadie sospecha de ellas hasta que suele ser demasiado tarde, o nunca, para el caso. Y el hecho de que tengan suficiente dinero y organización como para nunca depender de otros, también es perturbador. El protagonista, que se topa con un montón de ellas cuando lo perjudican de por vida (porque sí, lo hacen, a diferencia de la primera adaptación al cine de la novela), resulta tener ingenio y determinación, todo en un grado que es bastante frecuente ver en los niños, y ya leyendo eso de adulta, me pregunto si no es eso lo que las brujas no toleran de los niños: que no se dejen llevar por convenciones o reglas tan fácilmente, y que estén dispuestos a intentar mil y un cosas hasta conseguir lo que quieren, cosa que los adultos no siempre hacen. No se dice, pero quizá sea una metáfora de eso lo que Dahl quiso escribir y a mí no me parece mal.
Lo que me resulta curioso, entre otros detalles, es que el libro lo cuenta el niño protagonista (ajá, narración en primera persona; si no te gusta, estás avisado), y ni una sola vez sabemos su nombre. Por su nacionalidad y la de sus padres, podríamos darle alguno en nuestra mente, pero nada más. A la abuela le pasa lo mismo, lo cual es un poco diferente a la mayoría de las historias, porque casi siempre los autores hallan formas de que la gente conozca de sus protagonistas varios detalles, entre ellos sus nombres, pero nada. Eso no detiene la trama, solo es un detalle curioso y no creo que muchos autores lo ejecuten bien en unas pocas páginas, ¡menos en una novela entera!, pero qué voy a saber yo (un poco, siendo escritora de fanfics y un par de intentos de novelas inéditas, pero ese es otro cuento). Entre eso y que Dahl no se complicó la vida con detalles minuciosos en algunos puntos, se nota que los niños eran los destinatarios de su obra. No menosprecio a los niños, que conste, algunos son de lo más listos, pero hay que admitir que los más pequeños, por lo general, no quieren detenerse en complicaciones y explicaciones largas del porqué de algo cuando se les cuentan historias, solo quieren saber qué pasó y cómo acaba todo. Yo fui niña y sí, más o menos así era. Al menos, de mayor fomentó mi imaginación y curiosidad, quiero pensar, así que ¡adelante, Dahl!
Por último, aunque creo que ya lo insinué: el final del libro es completamente diferente al de la primera película (porque no, no he visto la adaptación más reciente y no tengo muchas ganas). Sobre aviso, no hay engaño, si quieres animarte a leer la obra de Dahl, así que luego no vengan a llorarme. Pero es un final interesante, eso sí.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2019)
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