~Entrada~
H de
Homicidio
(Sue
Grafton)
[…] La vida siguió su curso habitual. Donde
antes estaba Parnell Perkins, ahora sólo había un espacio vacío y ninguno de
nosotros sabía cómo afrontar y asimilar lo sucedido. Aunque al final sabría
cómo unir todas las piezas para que formaran un dibujo coherente, por entonces
ni siquiera sospechaba que se trataba de un rompecabezas. Al cabo de unas
semanas, el homicidio pasó a un segundo plano debido a la inenarrable presencia
de Gordon Titus —a quien no tardamos en llamar Pitus—, el vicepresidente de Palm
Springs, cuyo traslado a la sede central de la empresa estaba prevista para el
15 de noviembre. Según se comprobó, incluso Titus jugó un papel involuntario en
el curso de los acontecimientos.
~Plato
Fuerte~
El
guardián de los sueños
(Sherrilyn Kenyon)
—¿Cómo quieres que lo seduzca? Carezco de emociones.
—Eso es mentira y las dos lo sabemos muy bien —susurró
Niké—. Tienes todo lo que necesitas. No eres una Óneiroi pura, posees un
espíritu humano y tienes emociones en tu interior. Eso es lo que te guiará. —Le
dio un ligero apretón en el hombro—. Así que vete y conquístalo.
«Conquístalo.» Como si fuera fácil. Sin embargo,
mientras la observaba alejarse, Delfine solo veía un futuro muy negro.
Para ella y para todos los dioses que dependían de su
éxito. Era imposible.
Fobos se acercó a ella.
—¿Estás bien? Tienes peor cara ahora que cuando Zeus
te estaba gritando.
La verdad era que se sentía mucho peor. Más asustada.
—¿Cómo se seduce a un hombre?
Fobos rió al escuchar la pregunta.
—Creo que me ofende que me preguntes eso. ¿Es que
crees que tengo experiencia en el tema o qué?
~Postre~
Wires and Nerve. Los rebeldes
(Marissa Meyer & Stephen Gilpin)
—¡Kinney! ¿Cuánto hace
que estás allí? ¿Qué has escuchado?
—Yo… ¿Ese era Lihn
Garan? ¿El hombre que diseñó el dispositivo de seguridad bioeléctrica?
—Sí. Y, claramente, el
hombre que me diseñó a mí también. Ahí tienes. Cada una de mis emociones, mis
pensamientos, todos esos rasgos que creí que eran humanos y de avanzada… no son
más que respuestas programadas.
»No soy más que una
computadora de última generación fingiendo ser humana. Resulta que tuviste
razón sobre mí, sir Kinney. Debes estar feliz.
«No tanto como creí que
lo estaría…»
Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".
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