lunes, 23 de abril de 2012

La OSECI presenta... Entre libros te veas


Agua Imaginaria tenía uno de sus raros momentos de paz. La mayoría de sus pobladores deschavetados (u originales, como preferían llamarse ellos mismos) andaban lejos, ocupándose de asuntos que solamente a ellos les importaban. Eso dio pie a que la Fundadora y Líder Suprema de la OSECI tuviera un momento de paz antes de marcharse a su ciudad natal, como el año anterior, a visitar a su amiga Rubí por su cumpleaños.

¿Y dónde creen que estaba Bell? ¡Sí, justo donde habían pensado!

~En la biblioteca de la residencia de la OSECI…~

—Cariño, todavía tienes que empacar.

Un hombre joven de cabellos oscuros y ojos verdes observaba su entorno. Había sido lo suficientemente incauto como para creer que la “pequeña” tarea que emprendió Bell desde temprano ya estaría terminada.

Grave error. Los numerosos estantes de la biblioteca estaban por completo revueltos, Bell estaba encaramada a una escalera y ahora mismo se ocupaba de un estante central tras su escritorio, sacudiendo con ahínco y, de vez en cuando, hojeando el libro que recién había movido para leer unas cuantas palabras.

—… Mira de qué manera trata a sus inferiores, no a sus iguales… —leyó la joven mujer de anteojos, sonriendo levemente, antes de dejar en su sitio Harry Potter y el Cáliz de Fuego.

—¿Cómo se te ocurrió ponerte a hacer esto hoy? —inquirió el de ojos verdes, acomodándose los anteojos en la nariz y meneando la cabeza.

—Fic, guapo, por lo general, cada que quiero limpiar y ordenar este lugar, hay algo que tengo que solucionar, sobre todo locuras causadas con las chicas —Bell acabó de sacudir el estante y se pasó al inmediato inferior, donde volvió a mover ejemplares antes de abrir otro al azar y leer en voz baja —… No sabría decirlo. Cuando pude darme cuenta, ya iba por la mitad… —soltó una risita antes de acomodar donde debía Orgullo y Prejuicio —Y bueno, ya que por fin se marcharon las chicas de vacaciones esta semana, aproveché.

—¿Por qué no empezaste ayer?

—Ayer todavía tenía que lidiar con Joke–chan, que quería comerse todos los chocolates de la reserva, y con May, que la regañaba cada dos por tres —la Líder Suprema dejó escapar un suspiro, quitando el polvo de un estante a la izquierda, con especial cuidado, ya que era un grupo de libros en cuyo lomo se leía que eran todos de Wilde: se trataba de la pequeña colección de la Diosa de la Danza y el Drama —Debiste verlas, me dejaron la cocina hecha un desastre…

—De hecho, vi el desastre, ¿te acuerdas?

Bell asintió, echándose a reír antes que el polvo que quitaba la hiciera toser. Siguió con su tarea rápidamente, porque su galán tenía razón: les quedaba poco tiempo y ella todavía tenía otros pendientes qué atender.

La biblioteca, que era el sitio habitual donde Bell trabajaba, no estaba propiamente dividido por géneros literarios, o por época de la obra, mucho menos por tipo de edición (rústica, tapa dura, de bolsillo, etc.). No, cada SECI tenía su propio y personal estante, con la consigna de ordenarlo como mejor le pareciera. Había de todo, y mientras le avisaras a su dueña, todas podían tomar prestados los libros de las demás.

Sin embargo, el más grande estante era, precisamente el que se ubicaba tras el escritorio de Bell, al que llamaban Comunitario, puesto que allí estaban las obras que a todas las integrantes de la OSECI les gustaban. Rowling, Collins, Gallego García, Martin, Austen, Brönte, Tolkien, Andrews… Si a una sola de las chicas no les gustaba el volumen en cuestión, no se colocaba en el Comunitario. Bell se alegraba de que, al menos, esa fuera una de las pocas reglas que se respetaban en esa habitación. Eso y que sus chicas sabían perfectamente lo que sucedería si alguno de los libros de la biblioteca era dañado aunque sea un poquito.

El quehacer que realizaba en ese instante no podía demorarse más. Gracias a sus trabajillos como contadora, la Fundadora había ganado lo suficiente como para ampliar la colección de la OSECI, aunque no debía menospreciar los pocos ejemplares que el resto de las chicas aportaban. Cierto, últimamente ninguna podía leer tanto como quería, debían dejar los libros abandonados y tomarlos poco a poco, uno a uno, pero valía la pena.

May había agregado a su estante personal una novela de García Márquez recientemente, y se veía el título de lejos, en el lomo del ejemplar (decía algo de Eréndira, Bell no podía jurarlo). Mery, fue de las últimas en aceptar que se agregaran al Comunitario los tres ejemplares de Los Juegos del Hambre, en el cual Luna, con una gran sonrisa, colocó los tomos que tenía de la serie de Canción de Fuego y Hielo. Joke, con el aniversario de El Principito, lo tomó del Comunitario y lo leyó bastante a principios del año y Carmen, ¡cómo no!, anduvo de un lado para otro el mes pasado, recitando los pasajes más animados de Alicia en el País de las Maravillas.

Claro, no todo en la biblioteca eran novelas. Bell había adquirido hacía poco un Atlas de Historia del Mundo, porque no estudiaba Historia desde hacía años. ¿O qué tal el ejemplar de Etimologías Grecolatinas que insistió en guardar de sus años de estudiante? Era perfecto cuando se quería inventar palabras para sus escritos. Incluso vio varias obras teatrales en el estante de Mery y libros de música en el estante de la Sublíder Hippie, así como álbumes de fotos del Barça en donde estaban los libros de la Messias. ¿Cómo no darse cuenta, si Luna los protegía del polvo con un pequeño estandarte del dichoso equipo español?

¡Dios! (Bell sonrió con ironía, pensando en qué diría el dueño del Palacio por aquella exclamación). ¿Qué haría ella sin libros? Eran una de sus posesiones más preciadas, con ellos pasaba ratos agradables, agradecía con el alma a los autores que los habían creado y a ella misma, por poder conocerlos. No importaba que en su propio estante tuviera que mezclar la serie completa de Crónicas de la Torre con la FiscoAgenda del año en turno, y ésta con Flores en el Ático y sus secuelas, y estos libros con la Ley Federal del Trabajo de México, y esta ley con las ediciones de bolsillo de la serie de Los Reyes Malditos

Definitivamente, valía la pena tener en orden aquel mundo de libros, porque no solamente ella los adoraba con toda el alma.

—¿Terminaste?

Fic miró cómo su novia asentía, dejando en su lugar un libro muy delgado (al menos para los parámetros de las habitantes de aquella casa, que solían leer verdaderos “tabiques”). Ella se sacudió las manos, miró a su alrededor y sonrió, satisfecha con el resultado.

Quizá debería poner algún letrero que amenazara con un castigo monumental a quien no cumpliera con TODAS las normas de la biblioteca… y colocarlo en la puerta por una semana o dos.

¿Era demasiado pedir que esas chicas suyas sacudieran de vez en cuando los estantes, que no dejaran los libros tirados en los sillones o en las mesitas, que apagaran siempre las lámparas que usaran de noche o que no dejaran nada de tazas, vasos o platos sucios abandonados por allí?

Quizá para las miembros de la OSECI (incluyéndose, reconoció la Líder con resignación) sí era demasiado pedir.

Pero eso no les quitaba el amor a los libros, si no; ¿cómo era que tenían más que el año pasado, en vez de disminuir por extravío, deterioro o uno de los muchos “accidentes” que eran frecuentes en aquel lugar?

Bell no tenía la menor idea. Quizá era que algunos de sus “trucos”, bien aprendidos de volúmenes que reposaban en la repisa más alta del Comunitario, sí funcionaban.

Se fue a hacer su maleta. Sabía que la biblioteca seguiría entera cuando regresara.

&&&

Bien, esto no tiene mucho sentido. En serio, surgió de repente, porque hoy (todavía es 23 de abril en México) es el Día Internacional del Libro, yo últimamente he podido leer mucho y claro, mis chicas (al menos de las que puedo seguirles la pista últimamente) también han hallado literatura interesante. Veerie, May, Joke, Luna, Mery, Carmen, Writer, Pad… Si tienen algún título que quieran agregar a su estante particular, me avisan y voy editando detallitos de este mini–relato de la OSECI.

Y por si se lo preguntaban: en Aguascalientes hay vacaciones escolares en este momento (Bell envidia un montón a su hermano menor, el universitario), y la Feria Nacional de San Marcos 2012 inició oficialmente el viernes. Quería sacar otro especial en su honor, pero no me fue posible. Aunque por primera vez en mi vida iré al Palenque, así que quizá luego les traiga la anécdota.

Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.

1 comentario:

  1. ¡Oh, yeah! ¡Una nueva aventura OSECI! Pues me encantó, como siempre... y no sé que haré con Joke, tendré que desaparecer los chocos (???. Jajaja ¿Qué quiero agregar a mi biblioteca personal? Pues todos los ejemplares de Paulo Coelho, ah y de paso los de Julio Verne... ambos los adoro, pelearia con Mery por Wilde, pero nah se lo dejo a ella...

    Me encantó, espero más OSECI´s Aventuras..

    ¡Adieu, Bell!

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