Autor: Laura Gallego García.
Sinopsis: Ningún aprendiz de mago debe rebelarse contra su Maestro y, sin embargo, Dana, la actual Señora de la Torre, y Fenris, el elfo, lo hicieron. Ahora, aprovechando que hay nuevos discípulos en la escuela, la muerte no va a impedirle al Maestro cumplir su promesa. Y en el valle siguen aullando los lobos. (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Ediciones SM.
¿Qué les puedo decir? Este es el segundo volumen de las Crónicas de la Torre, que comenzaron con El Valle de los Lobos. Así que ya saben, es recomendable leer ese libro antes, para saber qué onda. Así las cosas, a lo que nos interesa.
La historia comienza con una chica que ha sido acusada de bruja y condenada a morir en la hoguera. Jura y perjura que es inocente, pero claro, la chusma no le cree. Y cuando parece que todo está perdido, alguien llega a rescatarla, haciendo notar que la chica tiene un curioso don con el fuego. Como ella no quiere decir su nombre, se le queda el apodo de Salamandra... y va, junto con su salvador y otra persona más, rumbo a la Torre, donde será una alumna más.
Aquí nos enteramos que han pasado varios años desde que Dana y Fenris vencieron a Suren, su Maestro, pero eso quebranta la primera regla de una Escuela de Alta Hechicería, así que ahora están malditos. Sin embargo, no había ocurrido nada en estos años, durante los cuales Dana se volvió una Archimaga (el grado más alto de un mago), la Señora de la Torre y Maestra de otros magos. Cuando Salamandra llega, en la Torre nada más hay otros tres aprendices: Jonás, que de hecho viajó con ella en compañía de Fenris; Conrado y Morderek. La Torre volvió a ser escuela activa, pero todavía se desconfía de ella, como lo hace ver alguien que llega (aparentemente) de paso: Shi-Mae, otra Archimaga y tutora de Nawin, una aprendiza que además es la princesa de los elfos. Y con eso de que Shi-Mae tuvo algo con Fenris en el pasado y ahora no lo soporta, menos le agradan las cosas en la Torre tal como están.
Como pueden imaginarse, hay bastante acción en este libro, aunque debo decir que se me hizo raro no leer a Dana con frecuencia (cosa de la venganza del Maestro). Además, descubrimos por qué la portada del libro muestra un dragón dorado (sospechosamente parecido a Yandrak, de Memorias de Idhún). Por eso y por otras cosillas, considero que La maldición del Maestro no me decepciona. Solo que me deja con la interrogante de qué más podrían contarme las Crónicas de la Torre, considerando el final que nos ha mostrado su segundo libro. Quizá mostrar el futuro cercano de los nuevos personajes y los no tan nuevos, no sé. Para eso leeré enseguida La llamada de los muertos.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
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