sábado, 18 de agosto de 2012

Tinta a la Carta XXXVIII: Comida en cinco tiempos

~Aperitivo~
Memorias de Idhún III. Panteón.
(Laura Gallego García)
Reinó un silencio estupefacto.
—¿No dijiste…? —empezó Victoria, pero no pudo continuar. Jack lo hizo por ella:
—Dijiste que la habías matado —sonó como una acusación, y Christian se irguió.
—La maté —confirmó, imperturbable, clavando en Jack su fría mirada —Pero últimamente la gente a la que mato tiene la irritante costumbre de permanecer con vida.
Jack le devolvió una sonrisa socarrona.
—Está claro que estás perdiendo facultades —lo provocó.
—Tendré que practicar más, entonces. Y ya veo que estás deseando ofrecerte voluntario.

~Entrada~
Blanco
(Ted Dekker)
—También podrían exigir un intercambio —comentó el presidente francés.
—Entonces les pondremos en evidencia su fanfarroneo. Puedo hacer que Israel espere hasta el momento que decidamos. Los Estados Unidos ya no jugarán ningún papel en la política mundial.
Thomas sintió latirle fuertemente el corazón. Retiró el oído de la puerta. Había oído suficiente.
—¿Y si Israel sí lanza en diez minutos como prometieron?
Thomas se detuvo. Una larga pausa.
—Entonces arrasaremos Tel Aviv —contestó Fortier.

~Plato Fuerte~
Juego de Tronos (Canción de Hielo y Fuego I)
(George R. R. Martin)
—¿No contáis con mi ira, Lord Stark? —preguntó la Reina con tono suave mientras se levantaba. Le escudriñó el rostro —Debisteis quedaros vos con el reino. Pudisteis hacerlo. Mi hermano Jaime me contó que lo encontrasteis en el Trono el día en que cayó Desembarco del Rey y lo obligasteis a bajar. Aquella era vuestra ocasión. Solo teníais que subir y sentaros. Qué gran error.
—He cometido más errores de los que podéis imaginar —dijo Ned —pero ese no fue uno de ellos.
—Claro que lo fue, mi señor —insistió Cersei —Cuando se juega al juego de tronos, solo se puede ganar o morir. No hay puntos intermedios.

~Entremés~
El Psicoanalista
(John Katzenbach)
Ricky vaciló. Era su oportunidad de contar a la policía lo de la carta, la visita de Virgil, el juego en el que se le exigía participar. Lo único que tenía que hacer era decir que se había cometido un crimen y que Zimmerman era una víctima de un acto que no tenía nada que ver con él salvo su muerte. Empezó a abrir la boca para revelar todos esos detalles, para dejarlos fluir con libertad, pero lo que vio fue una detective aburrida y cansada que deseaba acabar con una jornada absolutamente desagradable con un formulario mecanografiado que no disponía de ninguna casilla para la información que iba a proporcionarle.
En ese instante decidió abstenerse. Era su personalidad de psicoanalista, que no le dejaba compartir especulaciones u opiniones con facilidad.

~Postre~
Harry Potter y la Orden del Fénix
(J.K. Rowling)
—¿Que ha vuelto?
Miraba a Harry como nunca lo había hecho. Y de pronto, por primera vez en su vida, Harry se dio plena cuenta de que tía Petunia era la hermana de su madre. No habría sabido explicar por qué esa idea lo sacudió tan fuerte en aquel preciso instante. Lo único que sabía era que él no era la única persona de las que había en la cocina que intuía lo que podía significar que lord Voldemort hubiera regresado. Tía Petunia jamás lo había mirado de aquella manera y en ese momento no tenía entrecerrados los grandes ojos claros (completamente distintos de los de su hermana), con una expresión de asco o de enojo, sino muy abiertos y asustados. La ficción que tía Petunia había mantenido durante toda la vida de Harry (que la magia no existía y que no había otro mundo más que el que ella habitaba con tío Vernon) parecía haberse derrumbado.
—Sí —confirmó Harry, dirigiéndose a tía Petunia —Volvió hace un mes. Yo lo vi.

Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

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