sábado, 27 de julio de 2013

Tinta a la Carta XLIX: Merienda en cuatro tiempos

~Aperitivo~
Un mal principio
(Lemony Snicket)
Había dicho que era el ejecutor testamentario, y Violet tuvo la sensación de que era realmente un «ejecutor», un verdugo. Se había acercado a ellos caminando por la playa y había cambiado sus vidas para siempre.
—Vengan conmigo —dijo el señor Poe, y alargó la mano.
Para estrecharla, Violet tuvo que tirar la piedra. Klaus estrechó la otra mano de Violet y Sunny la otra mano de Klaus, y de esa forma los tres niños Baudelaire —ahora huérfanos Baudelaire— se alejaron de la playa y de la vida que habían llevado hasta entonces.

~Entrada~
Anna vestida de sangre
(Kendare Blake)
—Quiero que me escuches atentamente, Thomas —digo —te agradezco la pista. Pero esto no es el Séptimo de Caballería y además no estoy reclutando ayudantes. ¿Me entiendes?
Y luego, antes de que pueda protestar, pienso con intensidad en todas las cosas horribles que he hecho y en las innumerables formas en que he visto fantasmas sangrar, arder y despedazarse. Le envío imágenes de los ojos de Peter Carver explotando en sus órbitas y del autoestopista del Condado 12 sangrando lodo negro, con la piel reseca y tirante sobre sus huesos.
Es como si lo hubiera golpeado en la cara. La cabeza se le descuelga hacia atrás y el sudor empieza a mojarle la frente y el labio superior. Traga saliva y la nuez le sube y le baja por la garganta. Creo que está a punto de echar a perder el sushi que se ha comido.
No protesta cuando pido la cuenta.

~Plato Fuerte~
El Mago
(Michael Scott)
—¿Necesito decir algo? —preguntó Sophie —¿Debo aprender algunas palabras?
—¿Como cuáles?
—Bueno, cuando encendiste la torre Eiffel, pronunciaste algo que sonaba como iggg–ness.
Ignis —corrigió el conde —Es el término en latín para referirse al fuego. Pero no, no necesitas decir nada.
—Entonces, ¿por qué lo dijiste?
Saint–Germain esbozó una amplia sonrisa.
—Pensé que quedaría genial en aquel momento.

~Postre~
Querido diario…
(Martin Waddell)
Cuatroojos ha elegido un mal momento. Justo en aquel instante la señora Hare (Tina) se da la vuelta para mirarlo y advierte su vista fija sobre ella.
Merson no es una excusa. Ella no lo ha visto. Lo único que ha visto es un chico maleducado que acaba de silbar detrás de ella. Supone que el silbido va dirigido a ella, también porque eso le habrá sucedido un montón de veces, pero evidentemente no le había pasado nunca que los que silbaran fueran individuos tan poco creíbles como Cuatroojos Vidriados.
—¡Mocoso maleducado! —grita —¿Cómo te atreves? ¡Deja de mirarme! ¡Lárgate o se lo diré a tu madre!
¡Cuatroojos no tiene dudas sobre quién es el destinatario de aquellas palabras!
¡Cuatroojos se pone morado y se retira!

Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

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