~Aperitivo~
Un mal principio
(Lemony
Snicket)
Había dicho que era el ejecutor testamentario, y Violet tuvo
la sensación de que era realmente un «ejecutor», un verdugo. Se había acercado
a ellos caminando por la playa y había cambiado sus vidas para siempre.
—Vengan conmigo —dijo el señor Poe, y alargó la mano.
Para estrecharla, Violet tuvo que tirar la piedra. Klaus
estrechó la otra mano de Violet y Sunny la otra mano de Klaus, y de esa forma
los tres niños Baudelaire —ahora huérfanos Baudelaire— se alejaron de la playa
y de la vida que habían llevado hasta entonces.
~Entrada~
Anna vestida de sangre
(Kendare
Blake)
—Quiero que me escuches atentamente, Thomas —digo —te
agradezco la pista. Pero esto no es el Séptimo de Caballería y además no estoy
reclutando ayudantes. ¿Me entiendes?
Y luego, antes de que pueda protestar, pienso con
intensidad en todas las cosas horribles
que he hecho y en las innumerables formas en que he visto fantasmas sangrar,
arder y despedazarse. Le envío imágenes de los ojos de Peter Carver explotando
en sus órbitas y del autoestopista del Condado 12 sangrando lodo negro, con la
piel reseca y tirante sobre sus huesos.
Es como si lo hubiera golpeado en la cara. La cabeza se le
descuelga hacia atrás y el sudor empieza a mojarle la frente y el labio
superior. Traga saliva y la nuez le sube y le baja por la garganta. Creo que
está a punto de echar a perder el sushi que se ha comido.
No protesta cuando pido la cuenta.
~Plato
Fuerte~
El Mago
(Michael
Scott)
—¿Necesito decir algo? —preguntó Sophie —¿Debo aprender
algunas palabras?
—¿Como cuáles?
—Bueno, cuando encendiste la torre Eiffel, pronunciaste algo
que sonaba como iggg–ness.
—Ignis
—corrigió el conde —Es el término en latín para referirse al fuego. Pero no, no
necesitas decir nada.
—Entonces, ¿por qué lo dijiste?
Saint–Germain esbozó una amplia sonrisa.
—Pensé que quedaría genial en aquel momento.
~Postre~
Querido diario…
(Martin Waddell)
Cuatroojos
ha elegido un mal momento. Justo en aquel instante la señora Hare (Tina) se da
la vuelta para mirarlo y advierte su vista fija sobre ella.
Merson no es una excusa. Ella no lo ha visto. Lo único que ha visto es un
chico maleducado que acaba de silbar detrás de ella. Supone que el silbido va
dirigido a ella, también porque eso le habrá sucedido un montón de veces, pero
evidentemente no le había pasado nunca que los que silbaran fueran individuos
tan poco creíbles como Cuatroojos Vidriados.
—¡Mocoso
maleducado! —grita —¿Cómo te atreves? ¡Deja de mirarme! ¡Lárgate o se lo diré a
tu madre!
¡Cuatroojos
no tiene dudas sobre quién es el destinatario de aquellas palabras!
¡Cuatroojos
se pone morado y se retira!
Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".
No hay comentarios:
Publicar un comentario