Título: Graceling (en el idioma original, igual).
Autor: Kristin Cashore.
Sinopsis: Hay gente en estas tierras que tienen poderes extraordinarios a los que llamamos gracias. Una gracia puede tener un valor infinito o puede ser totalmente inútil. Una gracia puede hacer que alguien sea veloz como el viento, o que sea capaz de predecir el tiempo, mientras que otras solo harán que hables al revés o te subas a los árboles. Mi nombre es Katsa. Soy un instrumento que mi Rey utiliza para castigar a sus enemigos. [...] (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Roca Editorial de Libros, S. L.
¿Qué les puedo decir? Sabía que existía este libro desde hace mucho, por Nea (cuándo no debía ser "culpa" de Nea...) que sacó tanto un fragmento en sus Menús como una... reseña no, sino crítica. Crítica que por cierto leí en su momento, con la idea de que no iba a tocar ese libro, ni su secuela, Fuego... al menos en un futuro inmediato. Pero da la casualidad de que, si no ando mal con las fechas, salió el año pasado Bitterblue, la tercera parte, y como últimamente las llaves en portadas me chiflan (Bell rueda los ojos), decidí aprovechar eso y comprar los tres libros. Sí, los tres a la vez. Pero claro, se quedaron en la lista de espera un laaaargo rato. Hasta fecha reciente, que adelanté su lectura porque necesitaba a Bitterblue para el desafío "Lee tu nombre" y claro, no iba a leerlo sin conocer antes los otros dos.
En una tierra dividida en siete reinos (Oestia, Nordicia, Elestia, Terramedia, Meridia, Monmar y Lenidia), hay ciertas personas que pueden ser, a la vez, veneradas y temidas. Son los llamados graceling, que con ojos de distinto color, han sido "tocados por la gracia", mostrando un don peculiar y que no siempre es el mismo. En los siete reinos antes mencionados, una de las graceling más conocidas es Katsa, sobrina del rey de Terramedia, debido a que él usa la gracia de ella para hacerse respetar y para castigar a quienes le lleven la contraria. La gracia de Katsa, si no la controla, consiste en matar.
Conocemos a Katsa cuando, a espaldas de su tío, realiza una misión de rescate, sacando de una oscura mazmorra a un hombre anciano que nadie sabe quién ha secuestrado y por qué, dado que el pertenecer a una familia poderosa no es suficiente motivo, al menos en apariencia. Alguien ha ido en pos del anciano, intentando averiguar qué le ha pasado: su nieto, séptimo hijo del rey de Lenidia, con un nombre ridículamente largo y al que apodan Po. Ah, y es un graceling, cosa que por un momento, le pone las cosas difíciles a Katsa.
Debo admitir que, descontando unos cuantos momentos que de verdad me sacaron una sonrisa (casi todos escenas entre Katsa y Po), no lograban que quitara el dedo del renglón respecto al misterio en turno, ¿por qué alguien querría secuestrar al abuelo de Po, un hombre ya mayor, tranquilo y que en conclusión, no hacía daño a nadie? A través de espías, indagaciones y demás, Katsa y Po van poco a poco acercándose a la verdad, aunque al principio no le hallan sentido a sus deducciones, que luego terminan siendo corroboradas de la forma más brusca y cruel.
Algunos capítulos de la novela me fueron tan, pero tan aburridos, que quería que Cashore pasara a lo que seguía. Aunque fuera malo. Luego me arrepentía de mi deseo (bueno, solo una vez, pero Bell no dirá cuál o les echa a perder el libro, si es que se animan a leerlo). En general, no tengo demasiadas quejas, porque aficionada a la literatura fantástica como soy, lo que me hallé en esta historia no es tan común, en varios aspectos. Así que me lanzo a leer Fuego inmediatamente, aunque por la sinopsis, sé que no será exactamente una continuación. Ya se enterarán...
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2013)
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