sábado, 5 de mayo de 2012

Tinta a la Carta XXIII: Comida en cinco tiempos

~Aperitivo~
El Perfume. Historia de un asesino
(Patrick Süskind)
Se asestó un manotazo en la cabeza, horrorizado porque no se le había ocurrido antes: aquella singular fragancia no podía usarse en bruto. Debía tratarla como la piedra preciosa de más valor. Debía forjar una diadema fragante en cuya parte más elevada refulgiera su aroma, mezclado con otros pero dominándolos a todos. Elaboraría un perfume según todas las reglas del arte, y la fragancia de la muchacha de detrás de la muralla sería la nota central.
Como auxiliares, como nota básica, mediana y alta, como aroma de punta y como fijador no eran apropiados ni el almizcle ni la algalia, ni el neroli ni la esencia de rosas; esto por descontado. Para un perfume como aquél, para un perfume humano, se requerían otros ingredientes.

~Entrada~
Los Tres Mosqueteros
(Alexandre Dumas padre)
—El señor es con quien me bato —dijo Athos indicando con la cabeza a d’Artagnan y saludándole ligeramente.
—Con él me bato yo también —dijo Porthos.
—Pero a la una —contestó d’Artagnan.
—Y yo también me bato con este caballero —agregó Aramis llegando a su vez.
—A las dos —repuso d’Artagnan con la misma calma.
—Y, ¿por qué te bates tú, Athos? —preguntó Aramis.
—Lo ignoro; me ha lastimado en el hombro.
—¿Y tú, Porthos?
—Yo me bato porque me bato —contestó Porthos poniéndose encarnado.
Athos, a quien nada se le escapaba, observó una ligera sonrisa en los labios de d’Artagnan.
—Hemos tenido una disputa sobre modas —dijo el joven.
—¿Y tú, Aramis? —preguntó Athos.
—Yo por una cuestión de Teología —repuso Aramis, pidiendo a d’Artagnan con la mirada que guardase el secreto del duelo.
Athos vio pasar una segunda sonrisa por los labios de d’Artagnan y dijo.
—¿Es cierto?
—Sí, un punto de San Agustín sobre el cual no estábamos de acuerdo —contestó el gascón.

~Plato Fuerte~
El Señor de los Anillos. (II. Las Dos Torres)
(J.R.R. Tolkien)
[…] “En verdad desde la última venida de Gandalf todo ha ido de mal en peor. En ese tiempo comenzaron nuestras dificultades con Saruman el Blanco. Hasta entonces contábamos a Saruman entre nuestros amigos, pero Gandalf vino y nos anunció que Isengard se preparaba rápidamente para la guerra. Dijo que él mismo había estado prisionero en Orthanc y que había escapado a duras penas, y pedía ayuda. Pero Théoden no quiso escucharlo y Gandalf se fue. ¡No pronuncies el nombre de Gandalf en voz alta si te encuentras con Théoden! Está furioso. Pues Gandalf se llevó el caballo que llaman Sombragrís, el más precioso de los corceles del rey, jefe de los Mearas, que sólo el señor de la Marca puede montar. Pues el padre de esta raza era el gran caballo de Eorl que conocía el lenguaje de los Hombres. Sombragrís volvió hace siete noches, pero la cólera del rey no se ha apaciguado, pues el caballo es ahora salvaje y no permite que nadie lo monte.
—Entonces Sombragrís ha encontrado solo su camino desde el lejano Norte —dijo Aragorn —pues fue allí donde Gandalf y él se separaron. Pero, ay, Gandalf no volverá a cabalgar. Cayó en las tinieblas de las Minas de Moria, y nadie ha vuelto a verlo.

~Entremés~
Eso
(Stephen King)
Stan había hundido el índice derecho en su propia sangre para escribir una sola palabra en los azulejos celestes arriba de la bañera. Eran dos letras enormes, vacilantes:
IT
Una huella sangrienta, zigzagueante, caía desde la segunda letra de la palabra: el dedo había hecho esa marca al caer la mano en la bañera donde ahora flotaba. Patty pensó que Stanley había hecho esa marca —su última impresión sobre el mundo— mientras perdía la conciencia.
Otra gota cayó en la bañera.
Plink.
Eso la hizo reaccionar. Patty Uris recobró la voz. Con la vista fija en los ojos muertos y centellantes de su marido, empezó a gritar.

~Postre~
Harry Potter y la Cámara Secreta
(J.K. Rowling)
—¿Harry? —dijo el señor Weasley mirando a su esposa sin comprender —¿Qué Harry?
Al darse la vuelta, vio a Harry y se sobresaltó.
—¡Dios mío! ¿Es Harry Potter? Encantado de conocerte. Ron nos ha hablado mucho de ti…
—¡Esta noche tus hijos han ido volando en el coche hasta la casa de Harry y han vuelto! —gritó la señora Weasley —¿No tienes nada que comentar al respecto?
—¿Es verdad que hicieron eso? —preguntó el señor Weasley, nervioso —¿Fue bien la cosa? Qui–quiero decir —titubeó, al ver que su esposa echaba chispas por los ojos —que eso ha estado muy mal, muchachos, pero muy mal…

Con mis agradecimientos a Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

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