Autor: V. C. Andrews.
Sinopsis: [...] Rodeó mis hombros con un brazo y yo apoyé la cabeza donde creí que se acomodaba mejor, conscientes ambos de que nuestra historia estaba a punto de terminar, y que Bart y Jory nos darían a los dos lo mejor o lo peor de lo que está por venir. Ésta es la historia de ellos, la historia de Jory y de Bart y ellos la contarán tal como la vieron. (Extracto del prólogo).
Editorial de mi ejemplar: Random House Mondadori (a través de DeBolsillo).
¿Qué les puedo decir? Esta es la tercera parte de la serie que involucra a los hermanos Dollanganger (o al menos, a los que quedan). Sin embargo, como ya no narra Cathy, sino que ahora lo hacen sus dos hijos, tendremos que acostumbrarnos a un nuevo estilo.
O quizá no. Siendo sincera, encontré desesperantes los capítulos narrados por Bart, el hijo menor, el cual nació de la aventura que sostuvo Cathy con Bart Winslow, el segundo marido de su madre (ese que se leyó por primera vez en las páginas de Flores en el Ático). Bart es un chiquillo tímido y fantasioso, pero cede fácilmente a los halagos porque siente que nadie lo quiere lo suficiente en casa, dado que no siente el dolor físico como los demás, es torpe y voluntarioso. Por eso y por algunos sucesos de la novela, Bart no me cayó muy bien.
Jory, el mayor, es un poco más centrado, y en general, me parece buena persona. Siendo el hijo que tuvo Cathy con su primer marido, un bailarín, resulta que también le gusta bailar, que es bueno, y además así comparte algunos momentos con su madre. Sin saberlo, es el primero que ve y escucha cosas sospechosas entre sus padres, pero no logra saber exactamente qué esconden hasta mucho después.
En conjunto, los dos hermanos tienen que lidiar con una nueva vecina en el solitario terreno donde viven, a la que Jory no le tiene mucha confianza pero que Bart llega a visitar con frecuencia. Allí comienzan los enredos en la cabecita de Bart (ya de por sí inestable), la incertidumbre en la vida que Jory conocía y una nueva preocupación para Cathy y Chris, que parecían poder ser felices por fin, aún viviendo de una manera que la sociedad considera inmoral.
Sigo en lo dicho respecto a esta saga: es bastante dramática. Y claro, algunas escenas de este libro en particular me parecen más propias de una telenovela barata que de una novela considerada best seller. Y dado que detesto las telenovelas, había momentos en que hubiera botado el libro bien lejos, si no me gana antes la curiosidad sobre qué iba a pasar. Lo sé, suena un poco tonto, pero qué se le va a hacer.
En conclusión, opino que es una continuación algo inusual, una especie de "ombligo" peculiar de la saga, ya que le sigue Semillas del Ayer y Jardín Sombrío, en ese orden, aunque no sé qué más podrían contarme, ya que parece que en Si Hubiera Espinas, se ha cerrado un ciclo, aunque quedaron cosas sin resolver (como la salud mental de Bart, que tuvo la mala influencia de cierto mayordomo fanático). Fue una buena novela, entretenida y todo, pero ¡por Dios! Tuve ganas de darle unas buenas nalgadas a Bart en varias ocasiones, se pone bastante malcriado (Bell rueda los ojos).
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
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